CAPÍTULO XIV DESCUBRIENDO LAS LEGIONES DEL INFIERNO (Parte 4)

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     La noche terminó, ella amaneció en los brazos de Amadeo, se sentía la mujer más feliz del mundo, él no sentía nada en particular, ella no sabía que sólo era una pieza en su plan para conseguir el control del infierno y para apoderarse de la voluntad de Aida.

Ese día comenzó de manera inesperada, mientras estaban aún dormidos un grupo de tropas de

Andras tomó el palacio por sorpresa, entraron por la puerta trasera que daban hacía los calabozos, para ella era sencillo puesto que conocía más que nadie la casa de Bael, empezaron a atacar con gran potencia, quemaban todo a su paso, un grupo de demonios arqueros iban con sus caballos en el aire clavándole sus flechas a los demonios aliados del rey, se las colocaban en las cabezas y en los corazones, el baño de sangre era aterrador.

De pronto aparece Amadeo con su legión, empieza a atacar, con sus espadas de fuego atraviesa la humanidad de los rivales, este era un sanguinario, comenzó a volar y mientras lo hacía tomaba a los demonios rivales y los golpeabas con su gran fuerza hasta partirles cada vertebra del cuerpo, le satisfacía escuchar el crujido de los huesos de estos rompiéndose.

Bael entra a escena con su tropa de rinocerontes, estas salían en estampida del suelo con armaduras elementales, los demonios se montaban sobre las bestias y comenzaron su embestida, mientras tanto las tropas de Andras convocaban a fénix desde las cenizas para detener el ataque, atacaban con sus espadas, hachas, arcos y flechas, el enfrentamiento era intenso, algunos les sacaban los ojos a sus enemigos, mientras que otros trituraban sus huesos.

En ese momento entró a Aida con su vestidura negra y sus alas en todo su esplendor, su corona de fuego alumbraba, su mirada penetrante era un deleite, sabía que este era el comienzo de la batalla y no podía perder, de pronto gritó— ¿Dónde estás Andras?

Esta se posa al frente diciendo—Estoy aquí, y vengo a reclamar lo que es mío.

La batalla comienza, Andras levantó a Aida por el cuello y la arrojó contra una pared atravesándola por completo con su cuerpo, mientras estaba aún en el suelo, la princesa arremetió contra su rival arrojándole una llamarada de fuego que le rozó el rostro hiriéndole una mejilla.

Andras se limpiaba la sangre de la cara, al tiempo que golpea a su prima con sus botas de clavos ardientes, Aida coloca sus manos en su estómago tratando de minimizar el dolor que la malvada le había causado, suspiró profundo, debía moverse, y así lo hizo, comenzó a volar por todas partes apareciendo en lugares distintos, y golpeando con todas sus fuerzas a la demoniza que intentaba encontrarla cada vez que desaparecía.

Es entonces cuando Andras toma su arco y clava una flecha ardiente en una de sus piernas, cuando logra capturarla en una de sus apariciones, con la pierna ensangrentada y un gran dolor desenvaina su espada, la misma que era de su madre, con esta cortó uno de los brazos de Andras cuando trataba de agarrarla en una de sus apariciones, cayó adolorida y furiosa en el suelo, a punto de ser atravesada nuevamente por la espada de Aida, esta emprende la retirada, antes de irse grita— Nos veremos malnacida, la muerte te espera.

Una vez finalizado el primer enfrentamiento entre los traidores y el ejército liderado por Aida las estrategias debían surgir, sabían que este no era el fin y que la próxima vez no podrían dejar que entrasen de manera imprevista, el rey se sentía orgulloso por la actuación de su nieta, aunque sabía que no había logrado dar el total de su fuerza, todavía no controlaba todos sus poderes, además esta era consiste que algo había fallado y que necesitaba esforzarse si quería vencer definitivamente a Andras.

Esa noche antes de dormir se dirigió al cuarto de los maestros ancestrales, estos le habían manifestado que cuando sintiese duda podía acudir a ellos para saber qué hacer. Estos lograban comunicarse con Aida a través del pensamiento, al entrar en la habitación comenzó la comunicación— ¿Qué hago para canalizar correctamente mis poderes?

—Debes visualizar el objetivo que deseas atacar, y direccionar la fuerza en ese punto— respondían los maestros.

—Yo intenté dirigir mis poderes, pero en algún momento no me obedecían, y en otro no tocaba el punto correcto.

—Eso es fácil de resolver, debes tener un objeto sagrado, uno que ames mucho, allí colocaras toda tu fuerza con una petición a los demonios ancestrales, y cuando necesites usarlo coloca tu mano izquierda en el objeto y podrás usarlos.

—¿Un medallón que me regaló mi abuela podría funcionar? —preguntó, al tiempo que les narró la historia de cómo lo obtuvo— le pertenecía a mi abuela y es mágico, se lo obsequió el día de su cumpleaños un jefe de una Tribu de África, es una piedra muy hermosa, un diamante rosa para ser exacta, este fue encontrado dentro de un cocodrilo por el tatarabuelo del Jefe en una lucha que tuvo con el animal por su vida, esta joya representaba la lucha de los universos, y contaba la leyenda que quien lo tuviese en su poder sería el elegido que cambiaría el mundo.

—Tú eres esa persona—respondió uno del maestro en forma de afirmación.

—Eso creía mi abuela, en cambio yo, tengo tantas dudas, pero pondré mi mayor esfuerzo en hacerlo—en ese momento con el demonio ancestral Aida comprendió que su función en el infierno iba más allá del mero asesinato de demonios o personas, representaba crear ese equilibrio verdadero entre el bien y el mal, ella era parte de ambos, era una responsabilidad grande y que la llenaba de miedo, de tristeza, eso sin mencionar lo difícil que se visualizaba sin Sebastián a su lado, unido al hecho que su padre estuviese en riesgo, de pronto perdía sus fuerzas, pero estos seres que tanto amaba la llenaban de la valentía necesaria para seguir adelante. 

CAMINO AL CIELO O AL INFIERNO                  AIDA O ATALANTA 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora