Después de conocer una verdad tan grande, Sebastián y Aida estaban muy cansados como para decidir qué hacer o a dónde ir, por ello se quedaron a dormir esa noche en la cabaña, se recostaron en una cama inmensa que se encontraba en ese lugar, pasaron largo rato besándose y abrazándose hasta que finalmente se quedaron dormidos.
Mientras que en el palacio todo era miedo y descontrol, eso sin contar la inmensa angustia que ahogaba el corazón de Andrés al no saber de su hija, el rey envió a todos los soldados a buscarla, para ello se llevó a cabo una jornada la cual no tuvo éxito. Eran horas de la mañana y las tropas regresaban después de una ronda de búsqueda de más de seis horas sin resultados efectivos, nunca se acercaron a la cabaña, ya que ese era territorio prohibido para cualquier soldado de Ateliese. El tiempo seguía avanzando, la desesperación tomó por completo el corcón del rey, el cual exigía a su gente la aparición de la princesa.
Cuando la angustia parecía manifestarse a su máxima expresión, Aida apareció frente al rey Andrés del brazo de Sebastián. A penas vio a su hija, se abalanzó sobre ella, la tomó entre sus brazos y no paraba de decir —¡Te amo hija, te amo! — las lágrimas se apoderaron del momento, ambos estaban realmente conmovidos por la situación, y sin repetir palabras eran conscientes que se debían una gran conversación, esta era la única forma de asimilar todo eso.
Al manifestarse un poco más calmado el rey preguntó quién era el joven que la acompañaba, Aida le contesta que era su novio, el muchacho del que le había hablado, y que no llegó a la fiesta por tener una situación familiar que después le explicaría, también que era la persona que la había encontrado en la madrugada con el alma devastada, por tanto, le ofreció su apoyo y su cariño, el padre le mostró su agradecimiento, así como su interés de tratar con él para conocerlo; pero antes había muchas cosas que debía hablar con su hija, preguntas por responder, abrazos que ofrecer, disculpas que pedir.
—Mi amada Aida debo retirarme a cambiarme y a descansar. Te dejo con tu padre, estoy seguro que tienen muchas cosas de qué hablar.
—Está bien mi amor, pero ¿tú vendrás a verme?
—Por supuesto que vendré, te prometo que estaré aquí, bueno si su majestad así lo permite—habla mientras muestra su reverencia a mi padre.
—Claro que puedes venir, me encantaría hablar contigo, conocerte, mi hija me ha hablado de ti. Además, siempre estaré en deuda contigo por haber cuidado de ella.
Aida se despidió de su amor, con la invitación que tenía Sebastián de volver para hablar con su padre, mientras que en el palacio intentaban reacomodar todo lo destruido por los demonios que asistieron a la fiesta. En el pueblo los comentarios y las dudas por lo ocurrido no paraban, el miedo se apoderó de los atelienses, en cuanto a la princesa, miles de preguntas invadían su corazón, quería saberlo todo, entenderlo todo.
Después que ambos descansaron un rato, Andrés llevó a su hija al despacho, les pidió a los sirvientes no ser molestados por nadie, al entrar a la oficina la angustia de Aida aumentaba, necesitaba saber la historia y sobre todo que sucedió con su madre.
Esta le mostró todas las cosas que encontró en la cabaña, en especial la carta de su madre, al leerla él se quebró, las lágrimas lo invadieron, su corazón se partía en mil pedazos, en un instante logró revivir cada frase pronunciada por su amor, cada beso, cada abrazo, cada instante.
Un rato después de la demostración de su gran aflicción, comenzó a escuchar las preguntas de su hija— Papá ¿Qué fue lo ocurrido?, necesito saberlo de ti.
—Mi niña, yo siempre supe que llegaría este momento, lo único que no podía precisar cuándo sería y si ese demonio se acercaría a ti.
Después de un largo silencio, empezó a narrar la historia diciendo que los acontecimientos—todo ocurrió hace aproximadamente diecinueve años, yo era un joven príncipe de poco más de veintiún años, estaba preparándome para cuando ascendiera al trono, tomaba clases de esgrima, cabalgata, caza, entre muchas otras. En el palacio todo era paz, mi madre fue la mujer más noble y hermosa, la mejor madre del mundo, mi padre un hombre fuerte, pero justo, un padre extraordinario, un rey bondadoso, ambos dedicaban su vida al reino y a mí. La felicidad era absoluta.
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CAMINO AL CIELO O AL INFIERNO AIDA O ATALANTA 1
FantasiSINOPSIS ¿Es el amor suficiente para vencerlo todo? Algunos dirían que sí, pero si el obstáculo es el cielo y el infierno ¿Con amarse bastará? Esta es la historia de Aida Hamilton, una joven y hermosa princesa de un reino mágico llamado Atelie...