CAPÍTULO VII ACERCAMIENTO AL PECADO (Parte 3)

7 0 0
                                    

   En ese momento entró Aida y la consiguió tendida en el suelo, sin sentido y mojada en su propia sangre, su desesperación se tradujo en gritos de auxilio, lo que hizo despertar a todas las hermanas del colegio, todo el mundo entró a la cocina no solo descubrieron el terrible acto que cometió Linda, sino además que los ratones no existían, que siempre fue esta quien se comía los dulces, esto dio paso a las impertinencias acostumbrada de Mederit—Ja, ja, ja, con razón está tan gorda, si come a todas horas—la molestia por los comentarios de la malvada Mederit no se hicieron esperar, y aunque Aida quiso evitarlo el enfrentamiento fue inminente, los insultos, los golpes y el desenfreno se apoderaron de ambas. Rompieron sus vestidos, se halaban de los cabellos, de un golpe en el rostro Aida le partió el labio a Mederit, lo que hizo que la sangre corriera sin parar, en el colegio todo estaba fuera de control, mientras trataban de separar a las dos jóvenes, al mismo tiempo conducían al médico para que atendiera a Linda.

La noche fue muy larga entre medicamentos y suturas, Linda estaba débil pero fuera de peligro, ahora lo preocupante era resolver lo sucedido, cómo responder a los padres, no solo los de Linda, sino de todas las demás, como explicarle el horrible episodio ocurrido, la angustia se apoderó de la madre superiora, la cual se cuestionaba si esto no era producto del secreto que el rey le confesó el día que trajo a Aida al colegio, las plegarias la acompañaron toda la noche.

Han pasado algunos días desde el terrible suceso de intento de suicidio, los padres de Linda se la habían llevado a su casa para que se recuperara, al estar mejor la regresarían al colegio, con la condición que la vigilancia fuese absoluta para evitar que eventos como ese o el de la comida se repitieran, obviamente no acudiría a la fiesta de su padre, estaba muy perturbada y arruinaría todo.

Por su parte Mederit y Aida permanecían castigadas por lo ocurrido, ambas pasaron horas enteras rezando, en ayuno y penitencia, a esta práctica se les unió luego Linda, ya estaba mejor de su cuerpo, ahora había que curar su alma.

Los castigos hacían casi imposible que Amadeo compartiera su tórrido romance con las dos jóvenes, aun así Aida siempre buscaba la oportunidad para verlo; mientras que Mederit hacía lo propio, por lo menos tres veces a la semana se escapaba a medianoche para meterse en su cama, cada vez sus prácticas eran más agresivas y obscenas, ella había perdido el juicio por completo, olvido sus valores y principio, ya que cuando estaba desnuda a su lado se entregaba sin miramiento y cedía a lo inimaginable, ambos se alejaban de los deberes morales, acercándose más al pecado.

Las últimas prácticas con Mederit iban dirigidos a un lenguaje subido de tono, las caricias inapropiadas estaban a la orden del día, tan inmoral se había convertido ella que una noche mientras él aconsejaba a otra estudiante, esta se había escondido bajo su escritorio y mientras hablaba con su compañera, Mederit le bajó la cremallera del pantalón, dejando al descubierto su tremenda erección, tomaba con fuerza el miembro erecto acariciándolo desde la raíz hasta la punta, cada vez con más fuerza, este seguía hablando tranquilamente con la otra estudiante.

Mientras Mederit se maravillaba de su postura casi indiferente ante semejante momento, de nuevo vuelve a su trabajo de seguir acariciándole, lentamente desliza su lengua alrededor de su excitación, lamiendo una pequeña gota de semen que escapa de su inmensidad, luego lo toma con fuerza rodeándolo por completo con su boca una y otra vez, al tiempo que se la empuja hasta llegar a la cumbre de su garganta, como buena alumna le mostraba lo aprendido en sus brazos.

Varias semanas han trascurrido desde el comienzo de estas prácticas impropias, el sacerdote sigue actuando como si todo estuviera normal en el colegio, continua con sus confesiones y jornadas de conversaciones con todas las alumnas.

***

En el colegio había llegado un día muy especial, se celebraban treinta y cinco años de que la hermana Caridad, asumió el cargo de superiora, era día de júbilo y agradecimiento por su labor desempeñada, y aunque habían ocurrido sucesos penosos, las otras hermanas no querían dejar pasar una fecha tan importante para su congregación. Todos en el colegio estaban llenos de tareas para la cena que se llevaría a cabo en la noche, las alumnas ayudaban a arreglar el templo para la misa de gracia; mientras que Aida quería aprovechar la confusión para ver Amadeo, aunque fuese un instante, parecía que no era la única que tuvo esa idea, ya que cuando entró a su oficina lo encontró con Mederit, ambos estaban ahogados en pasión y deseo.

CAMINO AL CIELO O AL INFIERNO                  AIDA O ATALANTA 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora