Después de haber vivido esos días maravillosos juntos había llegado la hora de volver a la realidad, se dirigieron al palacio para hablar con Andrés y solicitarle su aprobación para la boda, este acepta sin objeción alguna, los enamorados estaban felices por su apoyo, ya que se amaban intensamente, y ninguno de los dos estaban dispuestos a seguir esperando un día más para estar juntos para siempre, más aún con las amenazas constantes de separarlos.
La noticia del matrimonio llenaba al rey de alegría, sabía que Sebastián era un muchacho bueno y sincero que haría muy feliz a su hija, además, era un humano sin secretos o misterios, lo que evitaría que ese demonio de Amadeo tuviera la oportunidad de tratar de volver a engañarla. Los preparativos se realizaban a toda velocidad, los sirvientes estaban de un lado para otro, el tiempo se acortaba para el maravilloso día, la alegría que sentía Aida no la podía controlar, contaba cada instante para estar al lado del amor de su vida para siempre.
El gran día por fin llegó, todo estaba dispuesto para que se llevase a cabo la ceremonia, el palacio se encontraba decorado con flores blancas, las favoritas de Aida, estas recorrían todo el palacio desde la entrada hasta la iglesia la cual estaba ubicada en los jardines, dichas flores envolvían la casa como una enredadera, impregnando su olor delicioso en cada rincón, la comida era variada y exquisita, dicho banquete contaba con un protagonista principal, un pastel de chocolate de cuatro pisos con la figura de los novios esculpidas en caramelo y fresa.
Las horas transcurrían, los invitados llegaban en grandes cantidades, eran muchas personas a pesar del fracaso de la fiesta anterior, la princesa en su habitación estaba feliz , así como casi lista para salir a cumplir su cuento de hadas, Linda la ayudaba a arreglarse, el vestido era blanco con millones de cristales, con hermosas mangas bordadas también en cristales en forma de flores, un velo de más de cuatro metros cocido a la corona de diamantes que había usado su abuela Alondra en su boda, su cabello recogido adornaba su cara de ensueños, afuera recibiendo a los invitados se encontraba el padre orgulloso por el matrimonio, acompañándolo estaba Sebastián con un traje completo blanco y una capa blanca de terciopelo, la misma que utilizó Andrés en su coronación, este era el símbolo de recibimiento en la familia y de aceptación para que ocupase el lugar de rey algún día.
Ya sonaban las campanas para la entrada de la novia, todos estaban contentos, en el altar el novio esperaba con una sonrisa en su rostro, la amaba y ahora que ya no era un ángel podían estar juntos para demostrarse su amor sin inconveniente.
Suena la música y la novia entra al templo, todo el mundo aplaude, Aida se sentía hermosa, sabía que lo estaba, sin más dirige su mirada hacía el altar y encuentra al ser más sublime y perfecto que haya visto nunca, no podía creer que una felicidad tan grande la estuviera viviendo, su corazón latía desbocado, le parecía estar en un sueño, lo amaba con todo su ser, era una sensación de dicha y tranquilidad, sabía que sólo a su lado podría ser feliz. Él la miraba mientras ella se acercaba, su expresión era de devoción, como si Aida fuese una aparición hermosa y perfecta.
La ceremonia transcurría, ya habían ofrecidos los votos de amor, ya solo restaba la bendición del sacerdote para finalmente convertirse en esposos; cuando esto estaba a punto de suceder en la iglesia se produjo un temblor que comenzó a derrumbar las flores, las imágenes y demás adornos, las personas estaban asustadas, nadie sabía lo que estaba pasando, el miedo apoderaba el alma de Andrés, él si sabía lo que esto significaba, el día que tanto había temido llegó.
De pronto unos portales mágicos aparecieron en el centro del templo, eran una especie de círculos que reflejaban una luz roja parecida a la sangre, esta permitía observar llamaradas de fuego, se escuchaban gritos y ruidos terribles, esto provocó el miedo en todas las personas, antes que pudiesen reaccionar algo inesperado ocurrió, de uno de los portales salió Amadeo, este venía sobre un Pegaso negro horrible, con unos cuernos inmensos, cada vez que relinchaba arrojaba una bola fuego, de los demás portales comenzaron a salir una cantidad de demonios que conformaban un ejército de seres grotescos, aterradores, deformes, de colores extraños, todos venían armados de espadas, lanzas y hachas gigantescas, amenazaban a todos los presentes, dando pasos al caos que se apoderaba del lugar.
De inmediato el rey colerizado por lo que sucedía hizo frente a estos seres que amenazaban la tranquilidad de los invitados, y asechaban la felicidad de su hija, es por ello que desenvainó su espada para enfrentar al joven demonio, para hacerle pagar esta afrenta y las otras que había cometido. Acompañado de sus soldados le hizo frente a la situación, la batalla comenzó con la caída de varios jóvenes soldados muertos a manos de estos seres infernales.
Andrés levantó su espada tratando de atravesar el cuerpo del demonio sin ningún éxito, de pronto es golpeado por un rayo de energía que salió de la mano de Amadeo, dejándolo en el suelo casi desmayado, cuando Aida trató de acercarme no pudo, ya que él fue tomado por otro demonio muy robusto que se encontraba al lado de Amadeo, lo subió a un Pegaso negro y atravesó el portal mágico con su padre en sus brazos.
La desesperación se hizo presente, trató de usar sus poderes y no pudo, ninguno apareció, es como si no los tuviese, no sabía qué hacer o cómo defender a su padre, tampoco entendía cuál era la intención de los demonios; de pronto Amadeo trató de tomarla mientras decía— Tú vas conmigo princesa.
Al notar que Amadeo se acercaba hacía ella, Sebastián se interpuso para tratar de evitarlo, por un momento había olvidado que ya no era un ángel, y que no poseía poderes, fue entonces cuando este malvado lo levantó con todas sus fuerzas y lo arrojó hacía una pared lastimándolo. Con la poca energía que tenía se incorporó de nuevo, no iba a dejar de luchar así tan fácil, tomó una espada y trató de herir al demonio, este se reía, puesto que sabía que Sebastián no tendría ninguna oportunidad, ahora era un simple mortal, fue entonces cuando levantó su mano izquierda y le golpeó el pecho con una llamarada de fuego que lo hirió terriblemente, este cayó desplomado al suelo.
Al ver lo sucedido Aida se arrojó sobre él pidiendo ayuda, la desesperación la llenó, el llanto de dolor la quemaba, el día más feliz de su vida se convirtió en una pesadilla.
Por su parte los soldados seguían enfrentándose a esas criaturas sin éxito alguno, cada instante el número de muertos y heridos humanos aumentaba, continuaban luchando en una batalla dispareja, y a pesar de no tener como defenderse no claudicaban en su esfuerzo de proteger a su reino; Aida continuaba pidiendo auxilio, pero no había quien la ayudara, Ateliese era ardía, toda estaba en caos, quería morirse del dolor solo pensar que Sebastián la abandonaba, sin él su vida terminaría, en ese momento se encontraba en un laberinto sin salida.
Fue entonces cuando una luz blanca iluminó toda la iglesia, por un momento la batalla se detuvo, todos contemplaban lo que sucedía, se trataba de Asael, acompañado de una tropa de ángeles guardianes, al ver esto Amadeo se quedó sorprendido, pero no reaccionó de ninguna forma. El ángel tomó a Sebastián en sus brazos y lo subió en una especie de carruaje blanco, que eran halados por caballos blancos inmensos, mientras estos sucedían Aida gritaba—No se lo lleven por favor.
—Sebastián está muy grave, si no me lo llevó, morirá, y aunque ya no es un ángel no puedo permitir que esto suceda, no si puedo evitarlo.
El dolor la destrozaba, sentía que su vida había terminado, las lágrimas mojaban su ropa, los demonios comenzaban su retirada a través de los portales, y la gente escapaba del palacio, solo Amadeo seguía a su lado observándola.
Después de unos minutos la ira se apoderó de ella, se levantó y maldijo al demonio una y otra vez, se acercó para golpearlo sin parar, cuando me quedó sin fuerzas se sentó en el suelo a llorar sin control, en ese instante este rompe el silencio diciendo—¿A qué hora quieres que te llevé con tu padre?
El temor la tomó con gran fuerza como un torbellino que la hacía girar en un mismo sitio una y otra vez, el dolor de ver a Sebastián prácticamente muerto la había hecho olvidar que su padre también estaba en peligro, no entendía cuál era su intención o que buscaban esos seres infernales, pero algo si tenía claro debía de salvarlos ambos.
—Llévame dónde mi padre.
Al pronunciar estas palabras tanto el demonio como Aida atravesaron el portal, mientras lo hacían pudo observar imágenes aterradoras de personas condenadas, de guerras, de aberraciones, de vicios, esto acompañado de los ruidos más inquietantes que había percibidos, todo esto la asustaba de gran manera, pero debía ser valiente en este momento llorar no solucionaba nada.
Ya en los parajes extraños del infierno una sensación particular se apoderó de su alma, no tenía miedo o angustia se sentía cómoda como si llegara a casa, esto le provocó molestia consigo misma ¿Qué me pasaba?, ¿Cómo me iba a sentir bien en un lugar así? —se reprendía.
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CAMINO AL CIELO O AL INFIERNO AIDA O ATALANTA 1
FantasySINOPSIS ¿Es el amor suficiente para vencerlo todo? Algunos dirían que sí, pero si el obstáculo es el cielo y el infierno ¿Con amarse bastará? Esta es la historia de Aida Hamilton, una joven y hermosa princesa de un reino mágico llamado Atelie...