16. Código.

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[ Narrador omnisciente ]

—¿Por qué tienes que irte?

Thomas se giró al escuchar la voz de Aris, quien lo miraba desde el otro lado de la mesa. Soltó un suspiro y apoyó una de sus manos en la mesa, sobre algunos folios.

—Me están esperando. —Dijo en respuesta, viéndolo fruncir el ceño, sabiendo perfectamente a quienes se refería Thomas.

—Pero puedes venir conmigo, ya es la hora de cenar. —Le propuso Aris, sonriendo un poco.

—Sabes que soy del otro grupo.

—Aún así, Ava no te negará nada. Yo me ocuparé de Janson y ella si pasa algo.

Thomas pareció reflexionarlo. Apretó los labios para después morderse levemente el inferior, bajando la mirada. Aris sonrió un poco y caminó hasta estar frente a él, dejando al menor apoyado contra la mesa.

—No puedo —murmuró, mirando a Aris.

—Sí puedes. Y lo sabes —contestó él, sonriendo y mirando a Thomas—. Ven conmigo, ¿si?... ¿Por favor?

Thomas giró el rostro para evitar el contacto visual y la sonrisa que amenazaba con salir de sus labios. Aunque luego sintió los dedos de Aris moviendo su mentón.

—Si es por ellos, no pasa nada. Entiendo que no quieras venir. —Dijo Aris, apartando la mano de su barbilla.

—Ven con mi grupo —a Thomas se le iluminó la cara ante su propia idea—. Si, vamos —habló de nuevo al ver la expresión confundida del mayor.

Sujetó su mano y le robó un beso en la mejilla.

Aris sonrió, sin poder evitar seguir al chico a donde le dijera. Ambos salieron de la Sala de ordenadores, camino hacia el Comedor.

Después de que le dijeran aquello a Newt, Maxine y Thomas se habían ido a hablar con Teresa. Le habían contado lo de Gally, sobre que el laberinto era un código. Al final llegaron a la conclusión de que el laberinto intentaba decirles letras, el código, que los corredores lo habían enfocado mal desde un principio.

Pero Maxine cayó en un detalle importante.

Ahora los mapas estaban quemados. Y, si había un código, ya no lo tenían.

—Volveremos —dijo Thomas, levantándose del suelo—. Tenemos que encontrar a Newt y ver si algunos de los mapas se han salvado.

—¡Espera! —chilló Teresa—. ¡Sácame de aquí!

—No podemos, pero volveremos, en serio. —Fue todo lo que respondió Thomas.

Antes de que Maxine dijera algo, la arrastró hacia la Sala de Mapas.

Al entrar al Comedor, todos se giraron a mirarlos.

Los del Grupo B tenían prohibido cenar o entrar al Comedor cuando los del Grupo A estaban allí, y viceversa. No se mezclaban nunca. Para nada. Y ahora Thomas había traído consigo a Aris a la cena, como si nada le importase.

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