19. Nada que perder.

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[ Narrador omnisciente ]

Casi se entristeció cuando finalmente acabó la Reunión. Cuando Newt salió de la cabaña, supo que el tiempo de descanso había terminado.

El segundo al mando vio a ambas hermanas sentadas en el banco y se acercó. Thomas se acercó también con Chuck cuando el niño se dio cuenta de que Newt les estaba llamando desde la Caja.

Al final, Chuck corrió hasta sentarse al lado de Max, mientras que Thomas y Newt permanecían de pie, el último se detuvo y cruzó los brazos sobre el pecho mientras los miraba a todos.

—Es una locura; lo sabéis, ¿no? —Por su expresión no supieron lo que había pasado, pero sus ojos reflejaban un rastro de victoria.

Maxine se levantó y sintió una oleada de entusiasmo que le inundó el cuerpo.

—Entonces, ¿están de acuerdo?

Newt hizo un gesto de asentimiento.

—Todos. No ha sido tan difícil como yo pensaba. Los pingajos ya han visto lo que pasa por la noche cuando se quedan abiertas esas malditas puertas. No podemos salir del estúpido laberinto. Tenemos que intentar hacer algo. —Se dio la vuelta para mirar a los guardianes, que empezaban a reunirse con sus respectivos grupos—. Ahora sólo tenemos que convencer a los clarianos.

Maxine sabía que aquello costaría más que persuadir a los guardianes.

—¿Crees que aceptarán? —Thomas preguntó esta vez, acercándose a ambos como Teresa y Chuck.

—No todos —contestó Newt, y Thomas vio la frustración en sus ojos—. Algunos se quedarán y se arriesgarán, eso seguro.

Thomas no dudaba de que la gente palideciera ante la idea de salir del laberinto. Pedirles que lucharan contra los laceradores era pedirles mucho.

—¿Y Alby? —preguntó Maxine.

—¿Quién sabe? —respondió Newt, y echó un vistazo al Claro, observando a los guardianes y a sus grupos—. Estoy convencido de que a ese cabrón le da más miedo volver que los mismos laceradores. Pero conseguiré que venga con nosotros, no os preocupéis.

—¿Cómo vas a convencerle? —Thomas preguntó.

Newt se rió.

Thomas frunció el ceño ante aquello.

—No te has enterado de nada aún viendo las cámaras desde las instalaciones, ¿verdad? —Newt se giró a mirarlo, divertido.

—Yo no era quien os vigilaba, y no quería invadir vuestra privacidad. —Explicó Thomas, confundido, ya sin importarle que los demás se enteraran—. ¿Qué es lo que no nos has contado?

Una risa por parte de Minho se escuchó. Ellos se giraron y Newt fue el único que rodó los ojos.

—Que inocente. —Se burló de Thomas, acercándose cruzado de brazos.

El castaño frunció el ceño. Vale que miraba las cámaras en las instalaciones. Pero no se acordaba de haber visto nada raro.

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