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A un año desde que te dije adiós, pronunciar tu nombre se ha convertido en algo parecido a palabras mágicas que pueden desencadenar una catástrofe.

La razón por la que te conocieron se ha vuelto un tema sensible; tanto que mencionar tu nombre es automáticamente signo de que alguien saldrá mal de la habitación.

Cuando veía tus dibujos pensaba en que quería que fueras conocido por tu arte, pero tú decidiste ser conocido de otra manera. A un año todavía tengo ese montón de papeles y esos pocos cuadros conservados en el armario de mi casa. Tu madrastra, aunque ella también te amó y desde entonces ha conservado tu habitación como la dejaste, me los ha regalado porque cree que de esa manera tendré conmigo gran parte de la bondad de Michael que se desvaneció con cada disparo.

Me cuesta también salir de casa, sociabilizar sobre todo. Imposible no mencionarlo, no pensarlo. Y no por lo que hizo, aunque ese pensamiento es remoto. Me refiero a su nombre, esa parte que pocos pudieron conocer. Ese Michael que no hubiera lastimado ni a una mosca, pero algo pasó y esa alma dulce perdió el camino.

Por más que he intentado, no le logro encontrar el porqué. Hablo con la psicóloga todos los miércoles a la misma hora, y siempre me repite lo mismo "si bien no tuviste la culpa tienes que tener en cuenta de que Michael era un psicópata sumamente deprimido. La principal característica de un psicópata es la carencia total de empatía." y esa excusa barata no me logra entrar en la cabeza. Para mí hay algo más, solo que no sé que puede ser; y eso que he teorizado desde mera diversión hasta un crimen premeditado.

Inclusive, aunque le allanaron la casa no le encontraron nada más que ropa gótica y discos de Marilyn Manson (razón suficiente para que le dijesen de todo en redes sociales).

¿La impulsora principal de todo esto? Bárbara "Bebe" Stevens. Esa maldita lora no se ha callado un segundo desde lo ocurrido. Es costumbre que cada trece días postea algo diferente con respecto al acontecimiento, y ni hablar el 13 de cada mes. Se vuelve un día horrible, uno lleno de hostigamiento y acoso hacia mi persona y los que yo quiero.

Llegó un límite donde mi mamá comenzó a recibir amenazas en la calle. Teme salir, siquiera asomar la cabeza por la ventana porque la última vez mi hermano recibió un piedrazo por el que le tuvieron que hacerle puntos; y si no fuera por los amigos de él que tiene de toda la vida, quizá él no estaría aquí conmigo y sería injustamente juzgado por ser mi hermano.

Pero hoy es 13. Pero no es un 13 de cualquier mes. Es ese 13. 13 de agosto, un año después.

A 1 año de la masacre de South Park. Padres de víctimas convocan a una marcha en el centro de la plaza en memoria de los ocho chicos asesinados.

Hay algo que me duele más en especial, y no es que se haya cumplido un año. Es que el año que viene terminamos la secundaria, y faltarán siete chicos en mi graduación (porque Shelley era dos años mayor, y me adelanto en cierta parte de como será por el día en que Shelley debió de haberse graduado. No me olvido ni olvidaré de ella, y mucho menos de ver a Kevin con la cara reconstruida pero con los ojos terriblemente cambiados, cristalizados).

Este año es particularmente triste. Mi primer cumpleaños sin Michael, el año en que él hubiera terminado la preparatoria y posiblemente estuviera estudiando artes. Pero decidió hacer eso, y ser conocido por cosas malas.

Me pregunto si a un año, alguien se va a detener un momento a pensar en Michael además que yo.

Y hoy no quiero ir al colegio. Mamá se asoma por la puerta de mi habitación y me mira triste, se ha acostumbrado a hacerlo así, como si me tuviera pena. No respondo. Tan solo suspiro.

Síndrome del sobreviviente ▸South Park Fanfic◂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora