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Michael era un tipo de infancia inestable, pero para nada mala. Sus padres se divorciaron a temprana edad y su madre se desatendió de él en poco tiempo. Su padre, entonces, se casó con la madrastra de Mike y lo crió como hijo propio.

Cuando pasó el tiroteo su madrastra fue quién peor la pasó. La vi hablar en japonés, eso significaba que estaba lo suficientemente estresada como para no hablar inglés.

No era un chico desatendido, pero sí un chico con muchas libertades. Por lo tanto, a corta edad tenía mucho acceso a Internet y hacía cosas que otros chicos no.

Tenía libertad de vestirse, pensar, y hacer lo que quiera. Era algo que a algunos les daba envidia y a otros extrañeza. De pequeño no le afectó tanto, pero con el tiempo las burlas a su forma de ser empeoraron tanto que finalmente comenzó a romper poco a poco su corazón.

Comenzó usando remeras de bandas de Metal. Remeras que su madrastra opinaba que eran inapropiadas pero nunca le decía nada por su libertad de expresión. Posteriormente comenzó a delinear la parte de abajo de sus ojos con delineador y después a estar noches y noches sin dejar dormir a sus allegados por la música tan alta que sonaba en la casa.

Después de una denuncia policial y una visita, Michael comenzó a salir más y a reunirse con gente de vestimenta similar. Internet se volvió en la base de su personalidad, pero no los vídeo juegos de moda o las series populares, si no ese recóndito sitio de Internet. Web profunda.

Después del tiroteo noté que todos comenzaron a considerar a Michael un psicópata en potencia que escuchaba Marilyn Manson y jugaba videojuegos. Dos productos que, para mí y para él, eran meramente comerciales y conformistas.

Los góticos y yo pasábamos horas y horas leyendo cuentos de Edgar Allan Poe, recitando versos sobre H.P Lovecraft o deseando morir como Sylvia Plath. Con el tiempo me di cuenta que solo seguíamos una corriente y que Michael se fue a creerlo de verdad. Michael quería morir y, según él "salvar a las personas del mundo cruel que les espera".

Como chico sin mucho control parental, Michael tampoco fue al psicólogo. Sus padres consideraban que su forma de ser era sencillamente una forma de expresarse. Desde que pasó me visto más discreta, y no es porque tenga miedo de como vayan a reaccionar los demás. Es porque me exijo menos de como Michael lo hacía.

Un día le dijo a Pete que parecía un conformista con el cabello pintado de rojo. Eran habituales las peleas durante el último tiempo para el dúo de amigos, pero yo desconocía el porqué.

— Mike, eso no quita mis ganas. Será catastrófico.

Usábamos palabras así para definir algo que nos parecía genial. Parecíamos vampiros (y odiamos esa palabra) de película infantil, o por lo menos así nos miraban los demás.

Algunos chicos menores que nosotros, cuando nos tocó volver al colegio, los escuché llorar en el aula de séptimo grado. Me imaginé a mis compañeros de clase, (esos siete que murieron, como si Michael hubiera tenido fijación por chicos un año menores) cuando teníamos trece años y si nos hubiera tocado en el lugar de Ike, Tricia, y Karen.

Esos padres nos confiaron a sus bebés y un desquiciado llegó para asesinarlos a balazos. Envías a tus hijos al colegio para que aprendan y tengan una vida digna, para que estén seguros. De estas dos últimas hay que dudar porque mayoría de escuelas no tienen control sobre las niñeces y adolescencias para después preguntarse el porqué pasó.

En ocasiones pienso en que si estos chicos realmente eran malas personas, no van a tener la posibilidad de mejorar. Pero Michael tampoco.

Cuando pasó, el colegio sufrió una baja de la cantidad de estudiantes a causa del tiroteo. Sin embargo, mi curso fue el más afectado y a la vez el menos afectado con la cantidad de estudiantes que se fueron.

Síndrome del sobreviviente ▸South Park Fanfic◂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora