Síndrome del sobreviviente ▸South Park Fanfic◂

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Los ocho, y Michael

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Casualidad es saber que ocho también fue la edad donde comencé a ser gótica, porque Michael me influenció.

Recuerdo que mis padres no me aceptaban en inicio, pero con el tiempo se fueron acostumbrando y asumiendo que con la edad esto se me iba a pasar. Imposible. Incluso cuando el culpable ya no está, continúo vistiendo lo mismo de siempre porque me es cómodo.

Causaba miradas raras; eso era inevitable. Me gustaba mucho usar ropa oscura y en South Park la mayoría de chicas tendían a usar ropas coloridas y gorros de colores, y no es por hacerme la diferente y única.

Todos los funerales se dieron el mismo día. Finalmente la mayoría de familias se convencieron y decidieron realizar el funeral de Craig, Wendy, Kyle, y Shelley en el mismo lugar. Las familias de Tolkien, Nichole, y Timmy, lo hicieron por su lado. De Kenneth no hubo noticia alguna.

Y después, los pocos que quedamos amando a Michael y que lo íbamos a velar en una pequeña habitación desde lo privado.

En mi casa nos estábamos preparando. Mamá pasó por mi habitación y me miró con ojos tristes. No quise hablar con ella, normalmente no lo hago, y aún así se me acercó.

— Cariño. No necesariamente tienes que ir de negro al funeral de tu amigo.

— No me incomoda. — le dije.

— Ay, es que es muy anticuado. Prueba ponerte un color un poco más claro, tienes que ir arreglada pero sencilla.

Mamá caminó hasta mi armario y rebuscó entre mis prendas, mayoría oscuras. No me gusta cuando me presiona a ponerme ropa que no me gusta. En inicio también me pasaba con ese vestido que Michael me regaló; ese que suelo usar constantemente, usé el día de la masacre y uso hoy.

— Ese vestido te entra apretado. Las redes de tus brazos se romperán y no creo poder repararlo de nuevo, Henrietta. — porque no era la primera vez.

— Realmente no importa. No es como si Michael se vaya a levantar del cajón y me vaya a criticar por usar lo mismo siempre. De todos modos a él no le importaba.

Mamá volvió a mirarse y se desatendió del armario. Esta vez, y sin saber como reaccionaría, acarició mi pelo. No hice nada, a pesar de que no me gustaba. Entendía que de cierto modo a ella también le dolía lo que pasó.

— Me duele mucho saber lo que hizo tu amigo, Henrietta. Pero no le debes duelo eterno. — suspiró — como tu mamá sabes que siempre estaré para tí. Y te amo, y te acompañaré en este proceso que sé que podrás superar.

¿Por qué relaciona mi estética con el dolor que siento hacia lo provocado por mi mejor amigo? ¿Y por qué de la nada no me lastima lo que ella me dice? Es como si me lo estuviese tomando en serio.

"Si cambiaré algo de mí, será porque realmente lo quiero y no porque otros me lo dicen. Hacerlo por la segunda razón es de conformistas." me dijo una vez Pete. Señal de que iba a comentarle a Michael sobre lo que le comentó, y todo salió mal.

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El señor Tucker está parado, con su espalda apoyada contra la pared y una taza de café en la mano. Tiene la mirada perdida y sus pensamientos negativos abundando; el hermoso recuerdo de que alguna vez tuvo un hijo se convirtió en una aguja dentro de un pajar.

Escucha los sollozos de Tricia y sus súplicas en susurros. Laura, a su lado, acaricia su espalda. A pesar de que le han recomendado hacer el velorio con el cajón cerrado, como padre él se negó. Le comentó a Laura que no se iba a quedar con ese último beso en la morgue, y que necesitaba verlo una vez más. Aún así todavía no se atrevió. Se despidió la abuela, su hermana, su mamá. Le toca a él.