𐌼 ①⑧ 𐌼

65 6 56
                                    

𐌼

Que sencillo es para muchos hablar, criticar lo que alguien hace desde sus privilegios y posibilidades.

El baño de la casa queda traspasando la habitación de los padres de Tweek, pero, desde el piso, parece mucho más. Tweek se arrastró, de nuevo pero esta vez con un poco menos de dificultad, hacia la puerta de su habitación. Ahí descansó un poco, y después volvió a arrastrarse.

Su madre lo miró desde las escaleras. Se podían ver sus cabellos rubios revoloteando por los movimientos de Tweek.

— Prepara el café, Richard. — le pidió. Helen subió las escaleras.

Él estaba tan cerca que por un momento sintió que lo había conseguido. A pesar de eso, Helen interrumpió su plan y le cerró la puerta del baño en la cara. Tweek tardó en creer el accionar de su madre.

— ¿No prefieres tomar un poco de café antes, Tweek? — le preguntó Helen.

— Después de esto. — dijo Tweek — quiero ir al baño. Por favor, permíteme ir.

Helen no le respondió. Pasó por al lado y con uno de sus tacones le pisó los dedos de los pies. Tweek gimió, aunque no supo identificar si lo había hecho sin querer o por puro impedimento.

Ahora tenía que hacer fuerza para abrir la puerta y arrastrarse dentro. Esperó que el dolor de su mano se fuese y, durante ese lapso, se dió fuerzas a sí mismo. Todo lo que había aguantado para llegar hasta aquí. Las pérdidas (sobre todo esa pérdida) que le hizo caer y ahora ese sueño que lo hizo volver a levantarse.

Tweek abrió. Volvió a entrar. Y Helen, desde el piso de abajo, habló con su marido.

— Dile algo. Estoy cansada. — le pidió ella a Richard. Richard se paró de su silla y se encaminó hacia la cafetera. Del cajón sacó un somnífero y, en una cantidad considerable, vertió eso en la bebida de su hijo. Posteriormente subió para ofrecérselo.

Tweek, a este punto, había llegado al baño y manoteaba por encima del lavabo para buscar el peine.

— Tweek, ¿Quieres tomar algo antes de peinarte?

— N-no... — dijo Tweek — estoy bien. Comeré afuera.

— Me parece de mala educación que hayas decidido no pasar tu cumpleaños con nosotros. Somos tus padres y quiénes te mantenemos, Tweek.

"Mentira." pensó Tweek. Finalmente cogió el peine y, como pudo, empezó a desenredarse un poco el cabello.

— Tweek, contesta.

— Papá. No dije que no iba a pasar el cumpleaños con ustedes. Es que hoy quiero ver a mis amigos, así como tú ves a los tuyos.

Richard ya no sabía que más hacer.

— Cuando termines, bajas y comes con nosotros.

— Sí. Déjame terminar.

Pero Tweek tenía otros planes. Tenía pensado que, en vez de bajar al comedor, iría hacia su cuarto y se pondría hebillas en el cabello. Cuando sus padres vengan a reclamar su presencia, Tweek se haría el que se siente mal y así sus padres lo dejarían e irían a trabajar directamente, esta vez sin él. Ya solo, buscaría en el tercer cajón de su cuarto (donde guardaba algunas cosas viejas), esa copia de las llaves que Tweek no usa hace un año. Richard y Helen se habían olvidado por un momento de la existencia de esto.

Sería su manera de escapar, si es que ellos decidían postrarlo en su silla de ruedas. Iba a convencerlos de que sea así, porque siempre hacían lo posible para que hiciera lo que ellos querían más hoy Tweek quería ser él. Los iba a convencer.

Síndrome del sobreviviente ▸South Park Fanfic◂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora