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Ese día Bradley se levantó insistente de no ir al colegio. Y no fue sorpresa cuando mamá nos obligó a ir y, cuando llegamos, el colegio estaba cerrado.
Inevitable retornar a esos momentos de tensión, mucho más este 13 de agosto. Se me viene a la cabeza, asomándose por el recuerdo fatal y dominante, las palabras de mi psicóloga en la última sesión.
"Henrietta, tú padeces del síndrome del sobreviviente. Sientes culpa de haber salido viva de ese tiroteo y que los otros chicos no."
Pero personalmente siento que en mi es más preocupante porque he pensado en la muerte más de una vez y he visto a mi amigo tocar su puerta. Investigué como se siente la muerte, pero la respuesta más acertada siempre es "inexistencia". Estado que no se puede describir porque, sencillamente, no existe. Tú no estás. Y no hay palabras.
Si me hubiera dejado guiar por mis impulsos, Michael llevaría muerto más tiempo del que lo está ahora y los chicos estarían vivos.
Quizá nadie hubiera pensado en el peligro de las armas de fuego si los góticos hubieran cumplido con lo que tanto anhelaban.
Me parece patética la creencia de que existe un cielo y un Dios que te ampara. Si ese tal Dios llegase a existir, sería un ser cruel o en extremo sensible; porque Dios mira todo, a excepción de lo que ni él soporta.
Dios, si tan bueno es, no enviaría a un niño a matar a otros niños de esa manera cruel. Tampoco terminaría con el ciclo de la vida de alguien cuando siquiera sabían lo que era trabajar o tener una familia.
Incertidumbre. Cólera. Desconfianza. Y se suma otra. Culpa.
Mientras que, los padres de esos niños vieron algo más.
Esperanza.
— ¡No podemos seguir permitiendo que maten a nuestros hijos! ¡Quiénes sean cómplices pagarán, y si sangre tiene que correr, sangre correrá! ¡Hace un año, mi hijo entraba al colegio caminando y salía en una bolsa! ¡Mi familia escapó del holocausto y de la violencia, para que años después se replique en Estados Unidos! ¡¿Acaso ven a alguien mínimamente normal alabar a Hitler? ¡¿Por qué no veo movilizarse lo suficiente a las personas, para que los cómplices de ese nazi paguen?!
Sheila no lo entiende porque no lo quiso. Solo puede dejarse guiar por la ira y el evidente amor que tuvo hacia su hijo. Comprendo su enojo, y no la quiero juzgar; pero mi mejor amigo también fue una víctima.
Cuando dije eso (que fue solo una vez, durante uno de los almuerzos de mi familia) los que estaban alrededor mío me miraron impactados por lo que dije.
— Henrietta. Ese chico mató. — dijo mi papá.
— Pero él también se suicidó, ¿Por qué no revisan las razones de por qué pudo haber hecho eso? Quizá lo acosaban, o...
— Henri. — me llamó mi madre. La miré — a ese chico dudo que alguien lo haya acosado. No tenía una lista, no... tenía fichado a alguien. Solo mató porque quiso matar.
— Henrietta, dentro de los muertos hay personas que conozco de toda mi vida y nunca se les hubiera ocurrido acosar a una persona. Mucho menos Craig o Tolkien. ¡Y aunque haya sido acosado! No es motivo de matar chicos y no darles la posibilidad de crecer y cambiar. A cualquiera le es fácil hablar de unos chicos que ya no pueden defenderse. — añadió Bradley. Le interrumpí.
— ¡Michael tampoco puede defenderse! — exclamé.
— ¡Si hubiera decidido asumir su responsabilidad, quizá sí podría defenderse y tendríamos una opinión distinta de él! — defendió mi papá. Rodé los ojos — ¿Dónde está mi niña alegre? Henrietta, tú no eras así.
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Síndrome del sobreviviente ▸South Park Fanfic◂
FanficFanfic sobre Henrietta Biggle. Henrietta sufre de prejuicio social por el acto cometido por su mejor amigo, Michael, hace un año. ▸ Probabilidad de shipps. ▸ Puede diferir un poco del canon original. ▸ También escribo novelas originales, por lo tan...