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¿Era muy tarde para arrepentirse de esto?, probablemente.

Ya había arreglado en su mayor parte la cabaña. Una vieja estancia situada al norte de Noruega en medio de un extenso bosque y montañas, rodeada de todo tipo de barreras mágicas para protección. Un regalo de parte de su madre después de la gran decisión de haber tomado la marca. Y aunque realmente odia ese recuerdo ahora mismo está agradecido por tal obsequio, podría mantener a Draco viviendo en este lugar sin problema ya que el único con la capacidad de entrar era él mismo y sus invitados, en pocas palabras solo Regulus y Draco.

Fue duro, un arduo trabajo remodelar casi toda la casa a la vez de que hizo algo de papilla de calabaza para Draco, calentó algo de leche para darle también biberón y lo cambió de pañal. Otra cosa más que agradecía de su madre, ella siempre quiso nietos para conservar el apellido y por supuesto que sería él quien se los diera por lo que le dió ella misma todo un curso de maternidad.

Apenas había pasado un día y ya se arrepentía un poco de su decisión.

Cuidar de un bebé era difícil. Demasiado. Más ahora que tendría que reforzar las barreras, darle un vistazo al perímetro para corroborar la seguridad del lugar y terminar con las remodelaciones. Eso sumándole a la terrible decisión de dormir sentado en el suelo solo para cuidar de Draco, su espalda lo estaba matando.

"¡Pero qué imbécil soy!" De pronto recordó que no tenía por qué hacer esto solo. ¿Cómo es que se le había olvidado por completo que contaba con Kreacher?

Hizo algunos cambios en las barreras Anti- aparición contra elfos y lo llamó. Un plop se escuchó a su espalda, cerca de la improvisada cuna de Draco en dónde se encontraba mordiendo unos de esos juguetes especiales para la picazón de encías.

"¡Amor Regulus!, Kreacher escuchó su llamado, Kreacher está feliz de volver a ayudarlo después de dos semanas. ¡Dígale a Kreacher qué debe hacer!" Regulus no había sido tan fan de la esclavitud de los elfos después de darse cuenta de lo atroces que podían llegar a ser los machos con ellos, pero no pudo evitar suspirar de alivia al verlo de vuelta. Sin duda sería más fácil ir a cubrir el perímetro con Kreacher cuidando de Draco.

"Hola Kreacher, me alegra que estés aquí. Necesito que me ayudes con algo." El elfo no tardó en aceptar, luciendo entusiasmado por volver a trabajar. "¿Podrías de cuidar de Draco?, necesito hacer algunas barreras más alrededor de la casa y cubrir el perímetro.

"¡Claro que sí, no es ningún problema para Kreacher!" El elfo le dió una larga mirada curiosa al bebé, que al notarlo soltó una risa melodiosa y moviendo sus bracitos pidió ser abrazado por la extraña criatura. "El amor Regulus logró salvar al amo Draco. Kreacher está seguro de que Draco serán un buen amo."

Regulus suspiró profundamente antes de darle las gracias y salir afuera. No estaba seguro de lograr que Draco fuera alguien bueno, pero se aseguraría de que reciba las mejores de las educaciones para al menos poder pensar por sí mismo y no seguir a nadie.

No tardó más de dos horas cuando estuvo de regreso. Pronto le pidió al elfo ocultar bien el relicario en alguna parte de su antigüo hogar, no quería esa endemoniada cosa cerca del pequeño Draco.

Aunque se aseguraría de encontrar la manera de destruirlo sin poner en riesgo a nadie más. Ya mucho fue lo que pasó en la cueva y las incontables cicatrices que ganó gracias a su Luca con los inferis. Todo el lago de sus pantorrillas, parte de los muslos y el inicio de su vientre estaba lleno de los rasguños de esos cuerpos putrefactos sin alma, cicatrices que eran fácilmente curables y fácil de desvanecer. Pero había algo que le decía que no debía hacerlo, tal vez esa pequeña voz susurrante que le decía que todas esas marcas de lucha compensaban un poco la que se hizo voluntariamente en el antebrazo.

Draco comenzó a llorar, el sonido estridente hizo palpitar sus tímpanos.

"¿Qué te pasa pequeñín?, ¿Tienes hambre?" Se acercó a la cuna, rápidamente se dió cuenta de que no tenía hambre al oler el desagradable olor que desprendía. "Ugh, mi parte favorita del día sin duda." Dijo sarcástico, Draco formó un puchero con sus labios antes de proferir una carcajada. "Oh, eres un pequeño demonio. Sabes perfectamente que detesto esto y tú lo estás disfrutando, ¿No es así?" En respuesta Draco rió nuevamente y como venganza Regulus comenzó a atacar al bebé con cosquillas.

Las risas inundaron la cabaña, se escuchaba con claridad la felicidad del bebé pero también la creciente felicidad y paz de un joven que había encontrado a su familia.

Draco Black, un nuevo legado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora