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La tarde transcurrió normalmente, lo más normal posible después de descubrir su pasado.

Obviamente siguió leyendo todas las anotaciones de Regulus porque estaba seguro de que encontraría más respuestas a todas sus preguntas que surgían a cada minuto que pasaba.

Incluso leyó el propio pasado del joven, sabía que no era correcto, que no le correspondía hurgar entre esos recuerdos. Pero cada vez que leía un poco más se daba cuenta del por qué de las acciones de Regulus.

Llegó un punto en el que no leía notas de hace nueve años, si no de muchos más atrás.

Descubrió con algo de curiosidad que al parecer tuvo un tipo de relación secreta con un chico llamado Bartemius, un año menor que Regulus.

Ambos se conocieron en el expreso a Hogwarts. Regulus se había sentado solo en ese momento debido a su distanciamiento con su hermano mayor Sirius. Entonces a su compartimiento llegó un niño algo desorientado preguntando si podría sentarse ahí. Regulus estuvo a punto de rechazarlo y mandarlo a volar pero había algo realmente llamativo en él.

Si era un sangre pura o algún heredero importante para la sociedad lo necesitaba cerca.

Sorprendentemente Bartemius hablaba sobre la pureza de sangre de tal forma que se sintió aún más atraído a su perspectiva hacia la sociedad y comunidad mágica. Se volvieron amigos, amistad que se vió reforzada cuando el chico fue seleccionado a Slytherin. Comenzaron a pasar el tiempo estudiando, compartiendo ideas, conviviendo, olvidándose por momentos de su deber, siendo simplemente un par de chicos adolescentes. Llegó un punto en el que ambos comenzaron a sentir sentimientos por el otro.

Su amigo Severus Snape, un chico un año mayor a Regulus, no tardó en darse cuenta de lo que pasaba pero no hizo ninguna burla. Le mostró consuelo cuando intentaba coquetear con Bartemius pero éste a veces resultaba demasiado denso de mente por lo que nunca captó ninguna indirecta. Hasta su cuarto año en el que Severus regresó a la sala de Slytherin verdaderamente afectado.

Fué hasta su habitación para preguntarle qué le pasaba, aunque en realidad no creía que se lo dijera, pero se llevó una gran sorpresa cuando Severus se sinceró con él. 

Le dijo que no tuviera miedo, que no fuera un idiota que solo pensara en sí mismo y que aprovechara la oportunidad de confesar sus sentimientos a Bartemius si no quería arrepentirse después. Regulus no se animó a preguntar nada más, sabía que Severus no era del tipo que gustaba mucho del contacto físico pero aún así le dió una rápido abrazo como consuelo.

Se armó de valor y esa misma noche citó a Bartemius a la torre de Astronomía. Antes de que siquiera fuese a decir palabra fue él quien se le confesó primero. Regulus estaba estupefacto pero logró recuperarse rápidamente para abrazarlo feliz, emocionado, nervioso de lo que podría deparar de ahora en adelante su futuro.

Fueron buenos años, ambos salían a escondidas, no por la tan injustificada homofobia de los muggles, si no porque ambos son sangre pura y como tal deben asegurar el legado casándose con una linda chica sangre pura.

Si primer beso fué memorable, no el típico beso que se planea para una cita o el que se dan después de mucho pensarlo. El de ellos fue más un impulso del momento, ambos habían estado nadando en la orilla del lago negro, lanzándose agua e intentando escapar del otro. Hasta que en un momento colisionaron, Bartemius terminó sobre él muy cerca de su rostro y Regulus no pudo evitar saborear esos lindos labios.

Cerraron el espacio entre ellos fácilmente, fue un beso torpe a falta de experiencia pero no podían pedir nada mejor.

Entonces la guerra comenzó a mostrarse cada vez más, ambos tomaron la marca tenebrosa creyendo que hacían lo correcto. Cuan equivocados estaban.

La última vez que se vieron fue en la mansión Malfoy, ambos tuvieron su primer y última noche íntima entre ellos. Ambos tenían el horrible presentimiento de que algo saldría terriblemente mal para ellos así que esa fue su forma de despedirse.

Regulus le confesó lo mucho que lo amaba, lo asustado que estaba y lo equivocado que resultó su posición.

Bartemius no dijo nada, se quedó abrazando su torso enterrando su rostro en el cuello de Regulus.

Unas horas después fue que Regulus decidió iniciar con su plan de hurtar lo que creía era un horrocrux.

Bartemius para ese entonces dormía plácidamente sobre la cama, Regulus se inclinó para besarlo una última vez, casi una disculpa por tener que dejarlo de esta manera, pero por primera vez haría caso a lo que realmente creía.

Jamás creyó que sobreviviría a esa experiencia, y mucho menos en raptar a Draco Malfoy y que este terminara siendo su ancla para permanecer en pie en este mundo.

Finalizando de leer las páginas Draco ya estaba llorando a moco tendido.

Regulus dejó mucho, mucho atrás con tal de hacer lo correcto.

A su mejor amigo, a su amante y a todo lo que conocía con tal de descubrir la manera de corregir lo que ayudó a destruir. Y no solo eso, se arriesgó a secuestrarlo para que no siguiera sus pasos.

Hablaría con Regulus pero no le diría nada sobre Bartemius, no sabiendo que parecía que aún le dolía no poder verlo de nuevo.

Al recoger las páginas y pergaminos para guardarlos cayó un sobre ya abierto, lucía viejo.

Al tomarlo pudo leer que era dirigido a Regulus, dentro había un pergamino con la fecha del 24 de Diciembre de 1976, el quinto año de Regulus.

"Reg.

Lamento no pasar estas fiestas a tu lado, sé lo emocionado que estabas por tener una cita este día. De nuevo lo lamento, sabes cómo es mi padre con respecto a que asista a fiestas para formar lazos con cientos y cientos de magnates sangre pura.

Pero no te burriré con mis quejas. Espero que hayas recibido mi regalo, lo hice especialmente pensando en tí.

Te quiere, Barty C. Jr. ♡"

Guardó de nuevo la carta.

Maldición, jamás había llorado tanto en su vida.

Draco Black, un nuevo legado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora