Draco Black, un nuevo legado.

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El muelle es amplio, la madera solida cruje brevemente por el nuevo peso aplicado al caminar sobre él.

El nuevo sonido recién descubierto por él, las olas chocando en la costa, le crea una inexplicable satisfacción y paz. El ambiente cálido, demasiado cálido. De no ser porque es físicamente imposible, se derretiría ahí mismo.

Agradece que los hechizos incorporados en su uniforme estén comenzando a funcionar para refrescarlo un poco. Eso no quita que se sienta sofocado.

Puede ver a los chicos mayores entrando al barco por una gran puerta lateral, mientras que los primeros años están formando filas junto a tres personas, el trío vestido con una paleta de colores distintos.

Una mujer, baja, robusta y de aspecto bondadoso pero no por eso menos estricto, está vestida con suaves colores verdosos. Su cabello castaño dejado caer suavemente por sus hombros, sus pálidos ojos azules miran al alumnado nuevo con emoción. Justo a su derecha está parado un hombre de aspecto impaciente, pero orgulloso, vestido con una paleta de colores que oscila entre el rojo y el naranja, su vestimenta es parecida al uniforme escolar de Durmstrang pero luce extrañamente más sencillo sobre él, resaltando su negra mata de cabello rizo. Finalmente, una mujer alta, delgada con finos cabellos blancos parada a la izquierda de la primera mujer, está vestida con colores que se asemejan al violeta; trasmite tranquilidad y confianza.

Incluso Regulus mira atentamente a la dama.

Avanza hasta incorporarse con los otros niños, algunos se muestran demasiado orgullosos para su propio bien. Con tan solo verlos puede adivinar que de seguir así, exudando esa clase de orgullo y egocentrismo, terminarán por consumirse en ello hasta no quedar nada.

Al mirar atrás siente alivio de ver qué aún hay chicos bajando por las escaleras, al parecer no tardó demasiado hablando con la antigua directora.

Tan solo cinco minutos después ya se encontraban todos reunidos, los adultos miraron con ojo crítico a cada uno de los chicos nuevos, analizando.

El hombre se presentó como Riltond Johansson, un mago sueco que tuvo la dicha de estudiar años atrás en Durmstrang.

"Soy el jefe de la casa Brillante de los Galkin, que representa a la Astucia, la rapidez, y lo intrépido." Comenzó rebosante de alegría contenida. "El color que representa la casa es el rojo y su animal fantástico por escudo es el magnífico y eterno fénix. En esta casa estudian los jóvenes impulsivos, valientes, fuertes, pero cuya fuerza principal reside en su mente."

El profesor hablaba con orgullo, altivo, con su voz tan fuerte que podía jurar que se escucha hasta los alpes. Draco lo observó atentamente, escuchando su discurso a pesar de que le dolían los tímpanos por los gritos del hombre. Casi suelta un bufido de risa al relacionar al hombre y su casa con la famosa casa de Gryffindor en Hogwarts. Se pregunta qué diría el hombre de saber que lo acaba de comparar con el muy pacifista y amable colegio de Inglaterra, y que está dirigido por el mismísimo Albus Dumbledore.

"Los estudiantes de la casa de los Brillantes Galkin, son aquellos que a pesar de tomar decisiones precipitadas, siempre salen ilesos de situaciones difíciles, usando como arma la inteligencia. Para los Galkin, el fin, siempre justifica los medios. No tienen escrúpulos a la hora de alcanzar un triunfo, y ya que son muy ambiciosos, siempre están buscando el éxito. Anteriormente esta era la única casa mixta de Durmstrang." Draco suspiró, por fin el hombre se callaba. No lo malentiendan, el discurso fue bueno, le gusta la manera tan orgullosa que habla de su casa pero estaba tentado a decirle que le bajara el volumen a su voz un poco.

Todos los niños se quedaron callados, no podría decir si era por estar aturdidos o impresionados.

"Bueno, después de tan espléndido y ruidoso discurso, señor Johansson." Habló la dama vestida de verde hacia el hombre, luciendo risueña cuando el profesor lució ligeramente avergonzado por emocionarse. "Me temo que debo interrumpir para continuar con las demás presentaciones."