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Era normal que Regulus se ausentara por algunas horas, esto normalmente cuando Draco estaba en la escuela estudiando para no descuidarlo. Jamás decía el por qué se iba, solo Kreacher parecía saber ya que cada vez que preguntaba casualmente sobre el paradero de Reggie el elfo se ponía nervioso.

Ahora por primera vez en nueve años Regulus se iría un par de días a quién sabe dónde a buscar quién sabe qué cosa, dejándolo completamente solo. Ni siquiera Kreacher se quedaría.

No mentiría, estaba nervioso, pero si Regulus confiaba en dejarlo solo tenía que ser por algo.

"Bien, repíteme todos lo hechizos necesarios que te enseñé." Pidió por quinta vez en un lapso de tres horas.

Estaba parado dentro de la chimenea sosteniendo polvos flú aún dudoso de si realmente estaba haciendo lo correcto en dejar a Draco solo.

"Si hay un incendio uso Aguamenti, si se va la luz entonces uso Lumus, nunca usaré ningún hechizo relacionado con fuego, si rompo algo uso Reparo..." Enumeró con sus dedos.

"Muy bien, ¿Y si alguien desconocido logra pasar las barreras?"

"Entonces tengo permitido usar cualquier hechizo que proteja mi integridad pero de preferencia usaré el traslador hasta un lugar seguro." Draco sonrió. "Reggie, estaré bien. Sé que no me dejarías solo si lo que tienes que hacer no fuera importante, te prometo que cuando vuelvas la casa seguirá en una pieza."

"Draco, sabes que la casa no es lo que me preocupa." Prácticamente se arrojó sobre Regulus en un último abrazo antes de la partida. Su corazón prácticamente gritaba papá, papá, papá, papá...

Nunca le ha llamado de esa forma, y debido a diversas pistas que fue obteniendo a lo largo del tiempo se dió cuenta que era porque en realidad no era su hijo, por mucho que Draco lo quiera así.

Pero sin importar qué, su corazón lo ama como tal.

En la escuela cada que alguien menciona la palabra "papá" o "padre" siempre lo relaciona con Regulus.

Aprendió que un padre o una madre es aquella persona que te cría, que te ama de manera incondicional, que te enseña, que te cuida, que siempre te tendrá como su prioridad. Eso era Regulus.

Y aunque probablemente jamás lo diga en voz alta Regulus es su padre

"Estaré bien, cuando regreses estaré aquí esperándote." Se separó lentamente hasta que por fin salió de la chimenea. Regulus le dió una última sonrisa antes de gritar su destino en algún lugar de Inglaterra.

Se esfumó.

Bien, ahora estaba completamente solo.

¿Qué haría ahora?

Ya había terminado las tareas de repaso que Reggie le había dejado, además de que ya había limpiado su habitación.

Entonces se le ocurrió una idea. ¡Claro! Tenía un proyecto secreto pendiente.

Corrió hacia su habitación en la segunda plata, tan pronto como entró se dirigió hasta su baúl. Del fondo sacó un gran libro de notas de uno de los compartimientos secretos.

Desde que se había dado cuenta de su ligera inclinación hacia la aritmacia, transfiguración y pociones fue que comenzó con un nuevo proyecto que seguramente le ayudaría a muchas personas.

Descubrió lo fácil que era añadir ingredientes nuevos a pociones ya existentes para que tuviesen un mejor resultado sin que se dañara el propósito principal de la poción, además de no causar daño a nadie.

Esta idea apareció en su mente después de que se rompió el brazo al intentar escalar un árbol sin la supervisión de Regulus, quien después preparó la horrible poción repara huesos, tomarla fue desagradable, sus efectos fueron aún peores. ¿Quién diría que reparar un hueso roto dolería más que al romperlo?

Estaba seguro de que encontraría la manera de modificar la poción de tal manera que no ocasionara dolor.

También pensaba hacer una poción para la resaca menos asquerosa. Recuerda, no de manera grata, cuando Regulus bebió de más, tanto que al día siguiente estaba totalmente pálido, dolorido y asqueado, tanto que al tomar la poción para la resaca vomitó del horrible sabor del líquido.

No era un recuerdo bonito.

O también estaba la opción de crear un hechizo para que las personas no tuvieran que beber nada si estaban de verdad muy indispuestas

Es extraño lo mucho que le gustaba el arte de las pociones, era como si de alguna forma hubiera un delgado, pero resistente hilo que lo mantenía unido hacia ello.

Cuando medita y piensa en ello cree que puede ser debido a personas de un pasado que no recuerda.

Sabe que las personas muy rara vez tienen recuerdos de su época de bebés, pero Draco tiene un vago recuerdo de ser abrazado por un hombre de cabello negro y largo, que le tarareaba una suave canción de cuna. El olor que desprendía el hombre era de varias plantas de buen olor, entre ellas podía recordar la menta y la lavanda.

Ese es, tal vez, su primer recuerdo. El siguiente es estar dormido sobre el pecho de Regulus.

Leyó los escritos de su libro, corrigió algunas cosas que le resultaron innecesarias y añadió nuevas fórmulas.

Así, pasaron tres horas rápidamente escribiendo hasta que se le acabó la tinta. Buscó en su escritorio nuevos botes de tinta pero para su sorpresa ya no había.

"Rayos, creí que tenía más." Entonces pensó en la oficina personal de Regulus. Cuando era más pequeño lo dejaba deambular por ahí, jamás tuvo el área restringida pero no sé sentía correcto entrar sin su permiso.

Al final terminó entrando, solo buscaría tinta y nada más. No es como si fuera a robar algo.

Salió de su habitación hacia el pasillo y se dirigió hacia la oficina al final de éste. Dentro del cuarto estaba el escritorio justo en medio, una alfombra color vino y varias estanterías con libros tanto viejos como nuevos. Fue hacia el escritorio buscando en el primer cajón tinta pero solo encontró pergaminos sin usar y plumas, en el siguiente cajón estaban algunas anotaciones sobre magia oscura que había preparado para enseñarle, pero no había rastro de tinta. Algo frustrado decidió bajar al sótano, casi nunca había bajado ahí pero debido a la ansiedad de estar solo y sin nada que hacer decidió buscar ahí también. Bajó las escaleras hasta la plata baja y luego fue hacia la puerta que lleva al sótano, dudó un momento.

No se sentía nada bien entrar ahí abajo. Tal vez era porque nunca desobedeció a Regulus, pero en realidad no estaba desobedeciendo nada ya que nunca le había prohibido la entrada a ningún lugar de la casa.

Con un último suspiro finalmente abrió la puerta y bajó. Lanzó un Lumus para iluminar su camino.

Ya abajo fue hasta las cajas donde tenían reserva de todo tipo, pergaminos, plumas, libros, cuadernos, plantas, frascos con pociones, etc.

Pero no había tinta por ninguna parte. Pero entonces encontró un baúl enorme escondido bajo una mesa. Sin dificultad abrió el cofre, dentro había demasiados recortes de periódicos esparcidos, además de fotos y pergaminos llenos de anotaciones.

Lo habría dejado pasar de no ser porque en la portada de uno de los diarios estaba su nombre en primera plana.

Lo tomó.

Fue entonces que se dió cuenta de la verdad.

Draco Black, un nuevo legado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora