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1 de Septiembre de 1990

Todo estaba empacado ya, todos los trajes, ropas informales, zapatos, botas, material escolar, uniformes, etc.

Regulus también hizo su maleta, la cual ocultó inteligentemente dentro de un relicario al hacerlo pequeño.

Draco seguía en su habitación escuchando entre divertido y exasperado el caminar de Regulus de un lado a otro examinando toda la cabaña esperando no olvidarse de nada, ni siquiera de sus investigaciones. Él en cambio miraba con cariño las envolturas de sus obsequios a lo largo de los años, bien conservadas en su baúl.

Llevó su mano hacia el relicario que colgaba en su cuello, aquel que su padre le regaló hace tantos años atrás y que ahora por fin usaría para colocar un recuerdo. Con sus grandes habilidades para la transfiguración y encantamientos logró que todas y cada una de las envolturas de regalo se hicieran una sola hoja pequeña, que metió en el relicario. Luego, con melancolía, observó su primer regalo de cumpleaños, una jirafa ya vieja de color amarillo y de manchas púrpuras. La tomó delicadamente entre sus manos como si de una reliquia de porcelana se tratase, el aroma a viejo inundó sus fosas nasales, aquello le trajo una inusual paz. Abrazó contra su pecho la jirafa antes de hacerla muy pequeña y con otro hechizo pegarla en el relicario.

De esta forma siempre tendría presente de dónde viene, sus inicios, el amor incondicional de Regulus y su buena vida que ha llevado hasta ahora.

Entonces escuchó los pasos acercarse, cerró el baúl rápidamente y fingió que revisaba sus cajones de ropa para asegurar que no se olvidaría de nada.

"¿Todo listo, dragón?" Entró después de tocar la puerta, puede estar ansioso y desesperado pero siempre tenía modales sin importar la situación. "Tenemos que ir a Merkadgal a tomar el barco."

Merkadgal (Mercado Loco) es un mercadillo oculto tras un almacén en una lonja de Oslo. En este lugar hay varias tiendas y puestos; tienen todo lo que necesitan los alumnos de Durmstrang para su llegada a la escuela; lugar del cual Regulus pidió todo lo necesario por lechuza. En este puerto del Merkagdal, se encuentra el gran barco que trasladará por mar a los alumnos a la escuela, en el norte de Noruega en un lugar oculto del cual nadie tiene conocimiento más que los alumnos, personal y directores de Durmstrang, quienes están obligados a ser hechizados para no poder revelar su ubicación.

Draco suspiró una última vez; el pergamino especificaba que se debía llevar puesto el uniforme antes de entrar al barco. Lo cual no le agradaba mucho, sentía que en cualquier momento se derretiría.

El uniforme se componía de un pantalón verde caqui, casaca* color rojo sangre, botas negras, abrigo, gorro, bufanda, guantes y accesorios para los fríos inviernos.

Miró su reflejo en el espejo, no parecía él mismo, se veía muy tosco pero también extrañamente cómico con su rostro todo infantil aún. Más que uniforme escolar le recordada a las ilustraciones de algunos uniformes del ejército, o caballería, de algunos siglos atrás.

Pero no le quedaba nada mal; el color de la vestimenta resalta su piel haciéndola ver casi etérea, sus ojos parecen aún más brillantes a pesar de ser de dos orbes grises, además de hacerlo ver más alto. En unos años, podía asegurar, sería alguien realmente atractivo.

Suspiró una última vez dándole una mirada a su habitación, despidiéndose de ella y jurando regresar en algunos meses. No podía imaginar cómo serían las habitaciones del colegio pero está seguro de que nunca podrían compararse con la que fue suya por años. Aquella habitación con balcón que daba al bosque y del que se podía ver un arroyo a lo lejos, aquella habitación que guarda todas las memorias de las veces que Regulus iba a arroparlo para después contarle una historia, aquella habitación que lo acogió en las noches de frío, aquella habitación en la que llegó a hacer fuertes con sus almohadas, sábanas y cojines para protegerse del "temible" dragón Regulus.

Draco Black, un nuevo legado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora