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"Hey, Draco, despierta." Nuevamente Draco había dormido sobre su pecho esa noche, parecía mucho más tranquilo a su lado, y a pesar de que aún era temprano Regulus había preparado algo especial para el pequeño. "Draco..." Alargó la O al pronunciar el nombre, sonrió cariñosamente viendo los pucheros del bebé por ser despertado de manera no deseada, además de su desaliñado cabello alborotado. Más que molesto, Draco parecía confundido por la interrupción de su sueño.

"Eño..."

"¿Tienes sueño?, podrás tomar una siesta más tarde mi pequeño cumpleañero." De manera cuidadosa se puso de pie con Draco entre sus brazos que aún parecía desubicado, casi podía ver los engranajes en su pequeña mente moverse para ponerse al día de lo que fuese que estuviese sucediendo. Pero no lo culpaba, lo despertó así sin más ni previo aviso, obviamente estaría confundido.

Regulus bajó las escaleras hacia la planta baja, los escalones de madera crujían con sus pasos para cubrir el silencio de la cabaña. Al llegar hasta el primer piso encendió las luces con un fluido movimiento de varita.

Los párpados perezosos de Draco se abrieron de par en par, sus grisaceos ojos brillaron expectantes y llenos de anticipación al ver el enorme pastel (desde su perspectiva) y varias cajas envueltas en brillantes envolturas de colores metálicos con diseños que se movían por sí solos.

Draco estiró sus brazos hacia todo ese tumulo de colores llamativos haciendo gorgogeos y chillidos.

El pecho de Regulus palpitó cálidamente cuando Draco se inclinó impaciente hacia la dirección en dónde se encontraba todos los obsequios en la sala de estar.

"¿Quieres abrir tus regalos, Dragón?"

Draco soltó un gemido impaciente, Regulus rió entre dientes antes de bajarlo de sus brazos para dejarlo ir. Draco se puso rápidamente en marcha y gateando torpemente llegó hasta la mesa de café en dónde se encontraban los presentes. Regulus lo siguió de cerca y se sentó junto al bebé que sorprendentemente se pudo de pie solo (con mucha dificultad) sosteniéndose de la mesa para intentar alcanzar lo que le esperaba.

"A ver, deja te ayudo." Sentó a Draco sobre su regazo y le tendió uno de los cuatro regalos preparados para él.

Encendió el tocadisco que descansaba sobre una repisa a un lado de los sillones, una música infantil comenzó a sonar en el hogar para gusto de Draco, quien estaba más interesado en ver las pequeñas snitches volar de un lado al otro en la envoltura azul.

Al fondo se escuchó un gruñido amargado de Kreacher sobre la horrible música infantil estridente. Regulus se limitó a rodar los ojos, había cosas que nunca cambiarían por más que intentara.

"¿Te ayudo a abrirlo?" Draco giró su carita para regalarle la más grande de las sonrisas al joven, sonrisa que se convirtió en puchero cuando vió las intenciones de Regulus al tomar el regalo entre sus manos.

"¡No!"

"¿No?"

"E mío, no, no ,no." Forcejeó con él para arrebatarle el regalo.

"Veo que te gustó la envoltura." Regulus volvió a sacar su varita para retirar el papel sin dañarlo, lo cual volvió a poner de humor al niño. "Listo, sin rasguños ni arrugas. De haber sabido que te gustaba más ésto te habría regalado pegatinas para las paredes de tu habitación..." Resignado suspiró.

Con un poco de dificultad Draco pudo abrir la caja de su primer obsequio. Literalmente chilló de felicidad al ver que dentro estaba un peluche peculiar de color amarillo, algunas manchas moradas, de cuatro patas y un cuello largo. La abrazó contra su pecho y después la agitó, se sorprendió al escuchar un ligero tintineo desde dentro del peluche.

"¿Mmh?" Hizo un sonido de pregunta.

"Es un a jirafa. Jirafa. ¿Puedes repetirlo?"

"Iafa" repitió alegre.

"No, no, no." Se burló con cariño, hace mucho que no sonreía tanto como ahora lo hacía. "Ji-ra-fa."

"I-a-fa" Volvió a repetir Draco con orgullo al creer que lo había hecho bien.

"Bien." Suspiró. "Lo hiciste bien, eres muy listo, ¿Lo sabías?"

Draco no respondió, demasiado entretenido con su nuevo juguete colorido.

Después de un rato Draco se aburrió eventualmente, listo para abrir sus siguientes obsequios.

El siguiente regalo fue, sorprendentemente, por parte de Kreacher y era un chupón al que se le podía cambiar el sabor, además de tener forma de el plantea Saturno. Draco no se lo quitó por el resto del tiempo que pasó abriendo sus otros obsequios (y guardando las envolturas).

El siguiente fue una manta que podía hacerse más grande conforme el niño creciera, era de color azul oscuro, casi negro, lleno de constelaciones que se movían. Como Escorpio, que movía su aguijón a la defensiva, o como Draco, que agitaba sus alas de manera orgullosa.

Draco quedó encantado con ella, intentó acariciar un par de veces a Sirio pero el canino resultó muy juguetón y se escapaba corriendo por toda la extensión de la manta para evitar ser atrapado. Draco pasó mucho tiempo intentando alcanzarlo hasta que finalmente se rindió y siguió con el siguiente obsequio, dos libros infantiles, uno sobre las reliquias de la muerte y otro sobre los animales del mundo mágico.

"¿Eto?" Señaló curioso una página del libro de animales.

"Eso es un Hipogrifo."

"¿Eto?"

"Ese es un Basilisco."

"Mmh... ¡Eto!"

"Eso es un Dragón, específicamente un Colacuerno húngaro."

El último regalo fue nada menos que un relicario hecho por él mismo, contaba con todo tipo de hechizos localizadores, de repulsión a compulsiones y de detección de venenos. Los únicos que podrían quitárselo eran él mismo y Draco por su propia cuenta. Cualquier otra persona que intente arrebatarlo sufrirá una dolorosa quemadura.

Draco la miró con ojos brillantes; el relicario era pequeño y con forma de luna llena. Si ponías atención se podían apreciar unos pequeños cráteres y relieves.

Como si supiera lo que significaba, Draco se lo colocó con una sonrisa que parecía trasmitir tranquilidad.

Por alguna razón Regulus quiso llorar. "¿Te gustaría comer pastel?" La garganta pareció cerrarse por un momento.

¿Podría llegar a ser lo suficientemente bueno para cuidar a Draco?, ¿O lo había arruinado apartando al bebé de sus padres?, Si Draco llegase a enterarse de la verdad, ¿Lo perdonaría?, ¿O tendría que hacerse a la idea de que esas sonrisas quedarán en el olvido? Odiaba todas esas preguntas que parecían llegar literalmente de la nada. ¿Realmente había hecho bien al llevarse a Draco?

Draco se rió, se abrazó de Regulus pidiendo pastel.

El joven suspiró, no era momento de deprimirse. Si ese día llegaba tendría que disfrutar de este presente.

Draco Black, un nuevo legado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora