21. Arma

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La torre de Astronomía como suponían estaba vacía. Aún no anochecía por lo que estaba bastante iluminada, sin embargo, Harry apareció velas y las dispuso en diferentes lugares alrededor del mirador. Mientras tanto Draco hizo aparecer unos cojines y mantas. No sabía que era lo que Harry planeaba pero le apetecía estar cómodo, aún se sentía cansado por el suceso de la mañana, con solo un vistazo al cielo pudo saber que había dormido mucho más de lo que creyó en un principio.

Harry estaba callado, quería preguntarle a Draco sobre lo que Voldemort le había dicho, pero no quería arruinar el momento. Fue a sentarse junto a él sobre los cojines que había dispuesto, de haber sido una pareja estereotipica Draco habría recargado su cabeza sobre el hombro de Harry y él le habría abrazado. Pero no eran así, se contentaron con permanecer con los hombros en contacto, ninguno de los dos parecía incómodo, de hecho cualquiera que los viera podría notar una intimidad entre ellos, como si tuvieran su propio mundo al que no invitaban a nadie más.

Cómo era costumbre Harry tomo la mano de Draco y comenzó a jugar con el anillo en ella. Era el mismo que él le había regalado por navidad.

—¿Quieres hablar? —preguntó, después de estar en silencio durante un rato —. De lo que Voldemort te hizo.

—Realmente no recuerdo mucho, solo el dolor. Sentía que la cabeza me estallaba. Se que me mostró cosas... —Draco cerro los ojos, concentrándose —. Mi madre y padre torturados, Bellatrix en el suelo, Regulus hundiéndose mientras... mientras ... los inferi lo despedazaban. "Es el fin de tu familia" dijo.

Draco se estremeció y abrió los ojos. Harry apretó su mano con la mirada perdida en el cielo. Su expresión había cambiado por completo. No era de rabia exactamente, si no de algo más salvaje.

—Yo ví a Bellatrix -le dijo —. En mis sueños Voldemort la torturaba... Lo que le hacía... —dejo que su voz se apagará, aún sentía náuseas al recordarlo.

—Ella es la favorita, si ahora ha caído en desgracia debe ser por la huida de mis padres. Debemos acabar con ella primero, hará lo que sea para volver a obtener el favor del Señor Tenebroso. Eso la hace aún más peligrosa, y si tiene a su esposo y cuñado de su lado, será aún más difícil, los tres son conocidos por su crueldad.

Harry asintió.

—Es el puesto número dos en mi lista de tareas, el primero es conseguir la espada.

...

Ginny estaba recostada sobre las piernas de Pansy, mientras ella le acariciaba el cabello con suavidad.

—Me gusta estar así, ¿sabes? —le dijo con los ojos cerrados.

—A mi igual, solo espero que el idiota cuatro ojos de tu amigo no venga a molestar.

—No podría aunque quisiera, la sala se lo impide, fue parte de los requerimientos antes de entrar.

—Aún no entiendo cómo es que encontraron este lugar, es... perfecto -dijo la pelinegra mientras recorría con la mirada la estancia.

Había velas por todas partes, mantas, cojines y todo olía deliciosamente a una mezcla de frutos rojos y vino. Era perfecta para ambas, tan acogedora que Pansy pensó que podría quedarse ahí para siempre.

Le sorprendía lo mucho que había cambiado en los últimos meses, sabía que se debía a la pequeña pelirroja que se encontraba en su regazo. Fue difícil al principio, no solo el hecho de recuperar su confianza si no también de que ella misma entendiera sus sentimientos. Primero pensó que era culpa por lo que había pasado en el bosque, pero después fue dándose cuenta de lo mucho que disfrutaba a su lado, Ginny no solo era bonita si no también fuerte, valiente, leal e inteligente, hablaba con soltura de cualquier tema que se les pudiera ocurrir, era observadora, podía notar cada ligero cambio en el ánimo de las personas, prestaba especial atención a como eran recibidas sus palabras o acciones. Después de convivir con ella entendió porque era del gusto de muchos de los alumnos del colegio. Se sorprendió al ver que prefería estar en la sombra, solo pocos la conocían realmente y aunque su físico llamaba la atención siempre mantuvo distancia ante todos. Pansy agradeció ser una de las afortunadas que pudo atravesar ese muro invisible que se había impuesto.

LealtadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora