Capítulo 29

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El olor a casa fue lo primero que sintió Clarissa mientras se encontraba aún perdida en la oscuridad.

Era capaz de oír el ligero susurro de voces a su alrededor pero las palabras eran ilegibles, como si una masa espesa nublara sus sentidos.

Clarissa volvió a la oscuridad sin poder evitarlo, pronto un aullido la alertó, sus ojos se abrieron de par en par encontrándose con el espeso bosque de la reserva, más verde que nunca.

Sus patas empezaron a moverse con agilidad hasta que finalmente llegó a alto risco desde donde solían saltar para ganarse un golpe de adrenalina.

—¿Hola? — Dijo con voz suave al sentir la presencia de varias personas dentro de su cabeza.

— ¿Eres... Ateara?— Dijo una voz masculina llena de curiosidad.

Clarissa sintió que algo era distinto a su bosque, a su Reserva, a su hogar, fue cuando lo notó, Jacob no estaba con ella.

Se había acostumbrado tanto a la extrañísima conexión entre improntas que repentinamente se sintió sola.

— ¿Jake...?— Preguntó mientras el pánico recorría su ser.

— No temas.— Dijo otra voz, mucho más madura y adulta.— Estas bien, s-somos...— Detuvo su hablar por un momento.— Somos tus guías.

 Clarissa se sentó de golpe en la hierba.

¿Dijo guías? ¿Cómo...? ¿Acaso estaba...muerta?

—No estás muerta.— La potente voz de un Alfa la estremeció más no cayó al suelo, es más, levantó su hocico con orgullo.

— ¿Dónde estoy? ¿Quiénes son ustedes?—Demandó saber.

Frente a ella se materializaron un grupo de lobos que nunca había visto, sus miradas eran suaves y pacificas aun cuando eran tan enormes como lo era Jacob.

—Ya te lo hemos dicho, somos tus guías.— Dijo el más grande ellos, con voz seria y madura.— Estas algo perdida, pequeña, solo queremos que vuelvas a casa.

— ¿Qué es esto? E-esta es mi casa, mi bosque...

— No, querida.— Dijo una suave voz femenina dentro de una hermosa loba blanquecina.

— Este lugar es el hogar de tu lobo, no tuyo.—Dijo un lobo color arena que le recordó a Seth.

— Ven, demos una caminata.— Dijo el lobo Alfa mientras emprendía camino.

Pronto se sumergieron en la maleza, Clarissa casi suspiró de alivio al sentir las hojas rozar su pelaje y el viento golpear con suavidad contra su enorme cuerpo.

— Cada persona que es capaz de albergar a un lobo es especial.—Dijo el Alfa mientras caminaba a la par de la loba blanca.—Muchos creyeron que era un hechizo o una maldición, pero no, lejos de serlo es una bendición de nuestros dioses, Clarissa.

—Los humanos creen que los que tienen la línea sanguínea son los llamados a portar los espíritus guerreros pero no puede estar más lejos de la realidad.— Dijo otro lobo.

— Somos llamados por los dioses para cumplir una misión.—Dijo la loba.—Cada uno ellos fue elegido cuidadosamente por los dioses.

Clarissa guardó silencio mientras intentaba entender lo que le decían.

— ¿Cualquiera puede lograrlo?

— No, no cualquiera pero no son los únicos, hay varias manadas regadas en el mundo pero los espíritus vuelven a un solo lugar.

IMPRONTA || Jacob BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora