Capítulo 14 - La decisión de Sara

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Un sonido molesto le hizo despertarse del letargo. Continuaba sintiendo como todo a su alrededor se movía, provocando que su mareo no se detuviese. No podía recordar donde estaba ni como había llegado allí, ya que la pesadez de sus parpados la dejaban en la mayor de las confusiones. Trató de mover su mano, pero no pudo, puesto que estaba fuertemente aprisionada por algo...

O por alguien.

–¿Mi amor?

La voz se escuchaba lejana, aunque rápidamente la reconoció.

–Franco –murmuró, sin embargo, aquello fue suficiente para que el ruido a su alrededor se intensificase.

Abrió los ojos ante la molestia que le causaba el lugar y lo primero con lo que se encontró fue con la mirada lastimera de Franco. Sus ojos estaban vidriosos y sus mejillas sonrosadas.

Había estado llorando.

Todavía confusa, continuó inspeccionado la sala. Un lugar blanco y falto de decoración. No era muy difícil razonar donde ese encontraba...

Un hospital.

¿Qué había sucedido?

Pero su confusión desapareció cuando al otro lado de la habitación, agazapada contra la pared y tratando de desaparecer a través de ella, Gabriela Acevedo la observaba, de repente, todo volvió a su cabeza.

El encuentro con Franco.

La llegada inoportuna de Fernando.

El enfrentamiento con su mamá.

Y como su mundo se fundía a negro.

–¡Mi bebé!

Gritó llevándose las manos al vientre. En aquella postura y llevando solo el fino camisón de hospital, su pancita era muy evidente.

–Está bien –Franco trataba de tranquilizarla–. De hecho, está perfectamente. Es su mamá la que debe de cuidarse.

Dejó escapar el aire que había estado reteniendo en sus pulmones. Era música para sus oídos escuchar que su bebé estuviera sano.

–Tuviste una bajaba de tensión –prosiguió Franco– y estabas deshidratada. Lo que me lleva a... Que no la perderé de vista, señorita.– Franco lograba suavizar su angustia–. Andrés y yo nos vamos a asegurar de que su mamá se cuide.

Parpadeó varias veces, no sabía si su cabeza estaba aún perdida en esa nebulosa que la había hecho desmayarse.

–¿Andrés? –preguntó con una sonrisa en la boca. Era el nombre de bebé que aparecía en sus sueños– ¿Es varón? –preguntó perpleja.

Franco asintió con una sonrisa amplia.

–Lo siento, mi amor. No sé si querías esperar, pero no pude evitar preguntarle al doctor y cuando me dijo que era niño, el nombre de Andrés saltó a mi cabeza, aunque sí tienes otra preferencia...

Se apresuró a negar.

–No, Andrés es el nombre perfecto.

Franco y ella se miraron embelesados. Su discusión había quedado en el olvido. Lo único que importaba es que su hijo estaba sano y fuerte.

–Te amo –obligó a que Franco se le acercara. Necesitaba disculparse por haberle impedido estar con ella en esos momentos tan importantes.

–Mi amor, yo también te amo.

Sus labios se encontraron. Hacía una eternidad desde que habían probado el sabor del otro. Los entresijos familiares y su propio enojo había provocado que se distanciarán, pero eso no iba a suceder nunca más...

La decisión de SaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora