Capítulo 22 - Suerte

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Franco no creía en la suerte y mucho menos en la propia.

Desgracia, tras desgracia le convenció de que nunca viviría la fortuna de tener una de esas experiencias que ponían la vida del revés.

La fortuna de Eduvina Trueba.

El hogar que compartía con sus hermanos.

El respeto de la sociedad.

Una suerte muchos envidiaban, pero que para él era solo material.

Comenzó a creer en la suerte cuando Sara decidió emprender "batalla" contra él. Una batalla que se negó a aceptar que le encantaba y en la que buscaba cualquier desencuentro para provocarla y verla enojada.

Ahí.

Ahí sí que pensaba que la suerte estaba de su lado.

Aunque el momento en el que se dio cuenta de que era la persona más afortunada del mundo fue aquella, cuando consiguió acceder a una casa asediada por unos delincuentes que no dudarían en matarle en cuanto le viesen.

No supo como.

Quizás el amor, los sentimientos, la conexión que mantenían o probablemente esa suerte que pensó nunca tener le ayudaron a evitar a esos tres que escuchaba en la lejanía.

–Sara...

Los ojos se le llenaron de lágrimas.

La suerte le hizo abrir aleatoriamente una de las puertas y darse de bruces con el amor de su vida.

–Franco.

La mandíbula le temblaba y su cuerpo actuaba sin control. Su mente había creado mil escenarios y en su interior se había convencido de que lo peor había sucedido.

No confiaba en Dinora y Fernando, y ya ni hablar de Armando.

La llegada del médico le asustó y temía de lo que pudiera estar ocurriendo en el interior de la hacienda Elizondo. Sus pies reaccionaron más rápido que su mente y le acercaron a su mujer y a su... Hijo.

Tanto tiempo deseando que ese momento llegase y jamás se imaginó que se daría de esa forma.

Andrés descansaba inquieto entre los brazos protectores de Sara, cubierto por los restos de su reciente nacimiento y gimoteando.

–Es inteligente –murmuró Sara contra la cabeza del bebé–. Está deseando llorar, pero se resiste. Sabe que estamos en peligro.

Franco apretó los puños para que su ira no brotase. Deseaba golpear a esos tres...

–Llévatelo.

Tuvo que actuar rápido para agarrar al bebé entre sus brazos cuando Sara lo dejó contra su pecho.

–Los dos se tienen que ir.

La miró sin comprender.

–Los tres nos vamos –la corrigió.

Decidió entrar allí dentro con el fin de rescatar a su mujer e hijo. No perdería más el tiempo.

–Por favor, lo primero es poner a salvo a nuestro hijo –suplicó Sara.

Franco seguía sin comprender.

–Y es lo que vamos a hacer juntos.

¿Por qué Sara se negaba?

–Hija, Franco tiene razón.

Se había quedado tan sorprendido con encontrar a Sara y a su hijo que apenas había deparado en la presencia de Gabriela en la habitación.

La decisión de SaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora