Había perdido el apetito.
Estar enojado con Sara no era algo nuevo. Los inicios de su relación se habían basado en el enojo, en comentarios mal intencionados y en desencuentros que acaban con alguien, normalmente él, mordiendo el piso. Sin embargo, todo aquello había sido una fachada en la que los dos se refugiaron para no mostrar sus sentimientos, por eso, ahora su estómago estaba tan cerrado que ni un pequeño hilo de agua conseguía llegar al mismo.
Quería estar enojado con la madre de su hijo, quería demostrar que no aceptaría esconderse más. Había llegado el momento de gritar al mundo sobre la familia que estaban formando... Pero a su vez la entendía que se sintiera en el deber de proteger a Gabriela y a sus hermanas.
Sara sabía defenderse.
Sara era una mujer fuerte que no temía a enfrentarse a sus enemigos.
¿Pero...? ¿Y su hijo?
Era un ser indefenso al que Sara no parecía estar prestando atención, y eso era lo que le provocaba estar en esa situación contradictoria.
Sentía ansias por levantarse de la mesa, subirse al auto y presentarse en la hacienda Elizondo reclamando sus derechos.
–Te ves como un mendigo... Hueles como un mendigo.
Bufó ante el comentario de Óscar. Aunque este tenía razón, no sentía fuerzas para recortarse la barba o para darse un simple baño. Con la marcha de Sara de hacía unas semanas, parecía haberse ido consigo toda su vitalidad.
No sabía que hacer, no sabía como actuar, porque ante todo respetaba las decisiones de Sara.
–Ay, mi flaco. No puedes decir que no lo sabías. Las Elizondo son complicadas, y después de todo lo que pasamos el Juancho y yo, decidiste embarrarla con Sarita.
La más complicada de las Elizondo... La amaba tanto.
–Óscar, no seas metiche –Juan dio un golpe sobre la mesa– Tú has llorado por cada uno de los rincones de esta casa por una Elizondo.
–¡¿Yo?! ¡Eras tú el que estaba insoportable cuando Norma no te dejaba ver a Juan David! ¡Ah! –Óscar levantó la mano como si acabara de tener un revelación, una que Franco trataba de ignorar– ¿Es que acaso ustedes desconocen como se hacen los bebés? ¡Solo mirar a sus mujeres las embarazan!
Franco apretó los puños. La violencia no era la solución, pero las palabras de Óscar le hacían tener ganas de golpearle, aunque no fue su puño el que impacto contra el rostro de su hermano, sino que Juan, igual de ofendido, levantó a Óscar de la silla. Se imaginó que iba a recibir una buena reprimenda de su hermano mayor, por lo que aprovechó el momento para evitarse más problemas y regresó a su dormitorio para acicalarse. Necesitaba salir de la casa y la única opción que encontró fue la de enterrarse por completo en su trabajo.
Ocupar la mente, distraerse y alejar los pensamientos de colarse en la hacienda Elizondo para secuestrar a Sara.
Sacudió la cabeza cuando llegó al edificio donde se encontraban las oficinas centrales de los supermercados Trueba. Saludó con una fingida sonrisa al portero y esperó paciente a que el ascensor llegase.
Sí, había hecho bien.
Salir de la casa, respirar un poco de aire fresco y llenar su cabeza con los problemas de los proveedores.
Cuando el ascensor abrió sus puertas y se introdujo en su interior, quiso gritar con todas sus fuerzas.
Rosario Montes.
De entre todas las personas en el mundo, tenía que encontrarse con esa mujer en un recinto cerrado sin escapatoria posible.
La ignoró y fijo su vista en como los números de la pantalla iban cambiando a medida que ascendía.
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La decisión de Sara
FanficTras despistar a Fernando y evitando que Gabriela les descubra, Franco y Sara consiguen consumar su amor con libertad. La experiencia causa en Sara sensaciones desconocidas que la llevan a verse en la encrucijada de tomar una importante decisión... ...