Franco se negó a separarse un segundo de la cama de Sara o de la cuna de Andrés. Los doctores iban y venían, pero se mantenía firme con su propósito.
"¿Y mi mamá?"
"Pregunta a mis hermanas."
"¿Y la policía?"
"Tus hermanos deben de saberlo."
No tenía respuesta para las preguntas de Sara. No sabía si era el miedo a lo que podría averiguar o es que realmente asumía de que la operación seguía en marcha en la hacienda Elizondo.
Unas horas les separaban desde que rescató a Sara y unas horas desde que no tenía agallas para llamar a sus hermanos.
–Se parece a mí.
El resto del tiempo que Sara no preguntaba sobre Gabriela, lo destinaba a hablar de su bebé.
Hubiera deseado llevarle la contraria y decirle que no, que ese pequeño gesto con los labios, los ojos rasgados o la diminuta nariz era herencia de los Reyes, pero sería faltar a la verdad y mentir sobre lo evidente.
–No es que se parezca a ti, mi amor, es que es una copia exacta –bromeó sentando a su lado en la cama y rodeando a ambos con su brazo–. De mí solo tiene el apellido... Aunque creo que ni eso.
Andrés había nacido antes de que se celebrase su boda y en unas circunstancias muy diferentes a las que habían imaginado. Legalmente, Sara y él no eran nada y mucho menos ese niño que había llegado al mundo fuera del matrimonio.
Todo se había complicado tanto...
–Pronto lo llevará –le aseguró Sara–. Eso si quieres casarte conmigo porque después de lo que hice.
Negó con la cabeza.
–Hace unas horas estaba furioso y no entendía por qué dejaste la casa, pero... No tienes culpa alguna.
–Me engañaron. –Los ojos de Sara estaban llenos de lágrimas. –Caí como una boba. Todo era una trampa para hacerse con el dinero y para que Armando acabara contigo.
Franco escuchaba atento, conteniendo las ganas de regresar a la hacienda y destrozar con sus propias manos a Fernando Escandón.
–Andrés se puso de mi lado y ambos logramos alargar nuestras vidas –arrulló al bebé que dormía profundamente–. Si no llega a ser por ti... –Sara se detuvo para que el llanto brotase con libertad.
La abrazó.
No era capaz de verbalizar lo que sentía.
El simple abrazo le calmaba y le recordaba que estaban los tres juntos.
xxxx
Sara estaba aprendiendo a soltar a Andrés y en la última hora, este había descansado entre los brazos de su papá.
La espera era eterna y agotadora.
Franco cabeceaba, aunque al igual que ella, era incapaz de cerrar los ojos y caer en un sueño profundo como su bebé.
Se encontraba más recuperada, su cuerpo continuaba dolorido, pero la medicación que estaba recibiendo le permitía olvidarse de lo superado.
Jamás se imaginó que traería a su primer hijo al mundo, rodeada de monstruos y con sus vidas pendientes de un hilo.
Quería relajarse, pero la imagen de su mamá despidiéndose de ella no hacía más que aparecer.
Sacudía su cabeza, tratando de quitar pensamientos que le indicaban que la mayor de las desgracias habían sucedido. En su interior algo le decía que ya habían tenido demasiada suerte...
La puerta de la habitación de hospital se abrió, dejando que a través de ella se colasen los hermanos Reyes con unos rostros que no era capaz de descifrar.
Los Reyes siempre serían un misterio para las Elizondo.
–Franco –llamó al padre de su hijo, el cual había conseguido cerrar los ojos más de un par de minutos–. Tus hermanos...
No pudo continuar la frase. Las palabras se atragantaron en su boca y por más que trataba de formular el menor sonido, este no salía.
Lo sabía, pero no estaba preparada para ello.
Tras los hermanos Reyes, Norma y Jimena entraron en la habitación y con solo ver la cara de sus hermanas marcadas por las lágrimas, lo supo.
Su mamá no lo había logrado.
Norma y Jimena corrieron a sus brazos, cayendo rendidas al dolor que compartían.
La muerte de Gabriela Acevedo las dejaba definitivamente huérfanas.
Una soledad extraña de explicar.
–¿Qué sucedió? –preguntó con la voz entrecortada.
Temía la respuesta.
Fernando había ganado de la peor de las maneras.
–Es todo muy confuso –comenzó Norma entre lágrimas–. La policía intervino la casa cuando se produjo una balacera... Y se encontraron a mi mamá fallecida a causa de un disparo.
Sara ahogó un quejido doloroso. Imaginarse la situación era cuanto menos dantesca.
Maldito Fernando Escandón.
Maldita Dinora Rosales.
Maldito Armando Navarro.
–Pero mi mamá luchó –dijo Jimena con firmeza–. No pereció en vano. Terminó con las vidas de esos tres indeseables. Al parecer portaba un arma.
Las cosas no tenían que haber resultado de esa manera. Fernando fue el cáncer que entró en su vidas, aprovechándose del mal momento que vivía la familia Elizondo. No pretendía disculpar a Gabriela, que se había dejado regalar los oídos por ese tipo, pero puede que sin Fernando el rechazo tan drástico contra los Reyes no se hubiera producido.
–Yo le di el arma –respondió Franco–. Quizás si no lo hubiera hecho...
Negó ante la cara de culpabilidad de Franco. Como ella pensaba el resto de la familia.
–Gabriela estaba condenada –bufó Juan– y ella lo sabía. Fernando no la soltaría por las buenas.
–Murió matando –añadió Óscar.
Una vida sin su mamá.
Estuvieron separadas por falsedades, pero en el fondo de su corazón, soñaba con el día en que todos vivieran en paz, donde Gabriela aceptaría su unión con los Reyes, así como todos los hijos que vendrían.
Eso jamás ocurriría.
–¿Y el abuelo?
Si había una persona que estaba esperanzado en que Gabriela cambiase, ese era el abuelo. Un padre siempre esperaba que un hijo regresase al buen camino.
–Destrozado. Quintina le está atendiendo en la casa –comentó Óscar.
Su abuelo era fuerte, pero la pérdida de un hijo... Miraba a Andrés en los brazos de Franco, el impulso de levantarse y protegerlo con su cuerpo era demasiado.
Gabriela Acevedo no había sido lo que se esperaba de una madre, ni de una suegra, ni que decir de una abuela... Había cometido infinidad de errores que les había llevado a la situación actual. Sin embargo, esa misma Gabriela es la que en un último acto de amor y sabiendo cuál podía ser su final, permitió que Franco, Andrés y ella consiguieran librarse de las manos de Fernando y sus secuaces.
Gabriela se había sacrificado por ellos y así es como la quería recordar.
La vida para los Reyes Elizondo acababa de cambiar.
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La decisión de Sara
FanficTras despistar a Fernando y evitando que Gabriela les descubra, Franco y Sara consiguen consumar su amor con libertad. La experiencia causa en Sara sensaciones desconocidas que la llevan a verse en la encrucijada de tomar una importante decisión... ...