Capítulo 20: La Caída de las Murallas

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Edric la acompañó a la biblioteca, sus pasos resonaban con autoridad sobre los suelos de piedra de los corredores, un sonido que Bruma estaba aprendiendo a asociar con seguridad y presencia. Sin embargo, al llegar a la gran puerta de la sala, Edric se detuvo y le dirigió una mirada que mezclaba orgullo y una chispa de algo que Bruma aún no podía descifrar.

"Dragan será un buen maestro para ti," dijo, su voz baja y resuelta. "Debo atender mis deberes como gobernador, pero estarás en manos capaces."

Ella asintió, su corazón latiendo con un nerviosismo que no podía ocultar. El vampiro le dio una última mirada, un gesto que pretendía ser reconfortante, antes de dejarla en la entrada y desvanecerse en las sombras del pasillo.

Con un suspiro que intentaba ser de valentía, Bruma empujó la puerta de la gran sala de la biblioteca. El espacio era imponente, con filas de estanterías que parecían tocar el techo abovedado, y en el centro, una gran mesa de roble donde se apilaban pergaminos y volúmenes antiguos.

Allí estaba él, Dragan, el vampiro maestro. Su figura era alta y su postura impecable, con los ojos fijos en ella mientras entraba. Su expresión era severa, tallada en mármol, pero sus ojos, aunque autoritarios, brillaban con un destello de cariño al verla. Para él, Bruma era una niña perdida en un mundo que no comprendía, una niña que necesitaba ante todo, afecto.

"Acércate, joven Bruma," dijo el vampiro con voz firme, señalando una silla frente a la mesa.

Bajo la tenue luz de las lámparas que apenas perturbaban la oscuridad de la biblioteca, la joven se encontraba sentada frente a Dragan, el señor del tiempo, cuyos ojos reflejaban la sabiduría de los siglos. Ella, que había caminado por los senderos de la anarquía y la libertad sin ataduras, escuchaba ahora cómo la certeza de sus convicciones comenzaba a desmoronarse bajo el peso de las palabras del vampiro.

"Bruma," habló el vampiro con una voz que parecía emanar de la misma tierra, "las ideologías son como castillos en el aire, construidos sobre nubes que el viento desvanece. La anarquía te enseña que no hay cadenas, pero te oculta que la libertad sin propósito es un barco sin timón en la tempestad."

Las defensas de Bruma, aquellas paredes que había erigido alrededor de su corazón para protegerse de un mundo que la había despreciado, comenzaron a ceder. Cada palabra del vampiro era como un cincel golpeando las barreras que había construido con tanto esfuerzo.

"Tu historia," continuó Dragan, "tu infancia rota, la pérdida de tu hermana, la indiferencia cruel del mundo... todo ello te ha forjado, pero no tiene por qué encadenarte. El dolor puede ser maestro o ejecutor; tú eliges su papel."

El rostro de Bruma, iluminado por la lampara cercana, mostraba un torrente de emociones. Las enseñanzas radicales que había abrazado temblaban ante las revelaciones del vampiro, ante la comprensión de que había más, mucho más que simple rebelión y desafío.

"Y ahora, jovencita," la voz del hombre se suavizó, "ahora eres querida con una intensidad que desafía el abismo de soledad en la que caíste. Edric, con su corazón inmortal, y yo, con mi eternidad, te valoramos más allá de lo que las palabras pueden expresar."

Las lágrimas, aquellos testigos de un alma que había conocido la desolación, ahora brotaban libremente. Bruma sentía cómo las últimas piezas de su armadura caían, dejándola expuesta, vulnerable, pero extrañamente aliviada.

El vampiro se levantó, su figura se recortaba contra la infinitud de libros que conformaban su refugio. Se acercó a ella, extendiendo una mano que, a pesar de su apariencia dura y fría, emanaba una calidez inesperada.

"La aceptación," murmuró mientras la posaba sobre el hombro de ella, "no es resignación, es el primer paso para tomar las riendas de tu destino. Tu infancia, la tragedia, la soledad... puedes convertirlo todo en la fuerza que impulse tu vuelo hacia las estrellas. Todo lo que has vivido te ha traído a este momento, a este cruce de caminos donde el pasado es el suelo sobre el que te elevas."

BrumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora