T O M
Sinceramente no sé qué estoy en este momento.
—Haber, no te muevas, tomaré medidas en la parte de atrás.—De repente sentí como él diseñador mandó su mano a mi trasero. Me sobresalte y baje de la plataforma donde estaba parado.
Esteban no paraba de reír.—Hay James, lo asustaste.—Seguía riendo.
—Ay no aguantas nada cariño, solo estaba jugando vuelve aquí.—Exclama nuevamente el hombre calvo con lentes redondos.
Avergonzado volví donde antes estaba parado para que pudieran seguir con las medidas.
Llevamos aquí aproximadamente tres horas, escogiendo el traje y tomando medidas, todo esto está empezando agotarme.
—Ahora donde vamos.—Pregunte cansado a Esteban nuestras salíamos de la boutique.
—Iremos a comprar lo necesario para la cena de este noche, necesitamos pétalos de rojas rojas, globos color dorados, serpentinas blancas, un mantel blanco también, una canasta de picnic, comida, y una caja de regalo...—Miraba su teléfono.—Ah y lo más importante, el anillo de oro.—
—Entiendo, tendremos que ir al banco, tengo que sacar dinero.—Agarre mi teléfono para escribirle al banco.
Después de un rato por fin habíamos llegado a la tienda de decoración, una muy gigante tienda, ambos llevamos una canasta en ambos manos, las cuatro canastas llenas de muchas cosas.
—Bien, nos falta la canasta de picnic, los globos y el mantel, ah y el anillo, porque siempre dejo lo más importante para lo último.—Exclamé con enojo buscando con prisa las cosas restantes, mientras Esteban pagaba sus cuatro canastas, y las tres mías.
Después de un rato por fin habíamos pagado todo, llevábamos demasiadas bolsas, ya hemos comprado comida, va en la cajuela del auto.
Después de andar por las calles de Alemania por fin hemos llegado a la joyería, lo bueno de tener bastante dinero esque nada es demasiado caro para nosotros las personas ricas, sin presumir obviamente. JSJSJS.
—Lo tenemos todo Esteban, ahora lo más difícil.—Exclamé secando con una toallita todo el sudor de mi cuello y frente.
—Decorar.—El hacia lo mismo.
—Exacto.—Ambos sonreírnos cansados.
M E G A N
Ni una llamada de Tom, ni un mensaje, creo que todo se fue a la mierda, la que terminó dolida nuevamente fui yo, que decepción.
—Oye meg, haz visto a Esteban, no lo veo desde ayer en la noche.—Pregunto Nicolás acercándose con una tasa de café en sus manos, la cual me entrego a mi.
—Estará revolcándose con alguna chica por ahí.—Respondí restándole importancia.
—Y...haz hablado con Jun.—Pregunto nuevamente.
—Le llame para darle las gracias, pero después de ese día no responde ni llamadas ni mensajes.—Hable de la misma manera que hace pocos segundos.