ANEXO: LAS ERAS DE AGGIEA

160 19 19
                                    

Era de la Muerte y Renacimiento de la Diosa

Según cuentan los antiguos escritos, la Diosa recorrió el vasto universo durante veintinueve días y treinta noches, hasta encontrar un lugar idilio donde yacer por el resto de la eternidad. Su sacrificio fue el acto de amor absoluto que le permitió renacer dando vida a sus hijos y el maravilloso mundo de Aggiea.

Era de la Creación y Población de Aggiea

Tres grandes continentes se alzaron sobre las aguas de Aggiea: en el norte: Medtaria; en el centro: Vaélindam; en el suroeste: Ardestaén.

Medtaria fue el primer hogar de los humanos, quienes poblaron sus tierras fértiles y, poco a poco, formaron comunidades que crecieron hasta dar lugar a tres reinos: Lándanar, Nemnares y Ásfilum.

De las profundidades de los Mares del Norte, que separan Medtaria de Vaélindam, nacieron las sirenas de Llumar, moradoras y guardianas de sus aguas.

Sobre las tierras de Vaélindam, el más amplio de los tres continentes, se extendieron los dos grandes bosques: Seldousek, el llamado Bosque Azul, hogar de los elfos de la luna; y Verandjaliel, el Bosque Verde, morada de los elfos de la foresta.

A ambos lados de Vaélindam emergieron las islas de Nakaán, al oeste, y Ninn, al este. Nakaán fue conocida como la tierra de los volcanes, donde solo los sátiros se atrevieron a adentrarse, y proclamaron este territorio como suyo. Los fae nacieron en las húmedas selvas de Ninn, entre cuyos humedales camuflaron sus hogares.

Los Mares del Sur, que separan Vaélindam de Ardestaén, se convirtieron en el hogar de las sirenas de Ossdum.

Los altos picos montañosos de Ardestaén fueron el territorio ocupado por los trolls, organizados en clanes que más tarde dieron lugar a tres grandes imperios: Balkastés, Istradés y Tarennós.

Era del Exilio de los Trolls

Debido a la bélica naturaleza de sus habitantes, Ardestaén pasó a ser no solo el hogar de los trolls, sino también su campo de batalla, un indómito paraje donde las guerras entre clanes de los tres imperios se extendieron durante siglos. Y tantos, que ninguno de ellos recordaba ya la quietud de sus inicios. Hasta que algunos de los clanes (los que más habían perdido con las guerras), se opusieron a continuar batallando en su nombre o el de su imperio. Pero este intento de poner fin a los conflictos no fue bien recibido por la mayoría, y fijaron su objetivo en ellos obligándolos a huir de Ardestaén hacia las territorios desconocidos.

Exiliados de sus tierras natales, atravesaron los Mares del Sur en sus drakares, enfrentándose a las inclemencias del tiempo y superando los ataques de las sirenas de Ossdum, quienes desconfiaban de aquellos extraños que osaban invadir sus aguas. Bordearon las costas volcánicas de Nakaán y continuaron hasta encontrar las primeras montañas que le recordaron a su antiguo hogar. Así fue como se fundó Drartés, el reino y primer hogar de los trolls al noroeste de Vaélindam. 

Era de la Gran Guerra de Medtaria

En Medtaria la situación no fue muy diferente. Lándanar, Nemnares y Ásfilum mantuvieron disputas y firmaron tratados de paz durante generaciones. Pero pese a los tratados, la falta de acuerdos por parte de Nemnares y Ásfilum sobre los límites de sus fronteras no hicieron sino intensificarse con el pasar de los años. Cuando el rey de Lándanar murió dejando a sus dos hijos gemelos como herederos, ambos reclamaron su derecho al trono por encima del de su hermano. Nemnares y Ásfilum aprovecharon esta confrontación para escoger cada uno a uno de los príncipes, sumiendo a Medtaria en una gran guerra que duró veintiún años.

Algunos humanos, temerosos de que la misma guerra, la hambruna o las enfermedades se cobraran sus vidas y las de sus familias, se hicieron a la mar rumbo al sur, atravesando los Mares del Norte bajo la atenta pero pacífica mirada de las sirenas de Llumar, hasta llegar a las costas de Vaélindam. Allí ubicaron sus primeras poblaciones, que crecieron poco a poco con la llegada de más humanos, y se extendieron descubriendo la riqueza de los valles centrales hasta llegar al abrazo de las altas cordilleras. 

Era de los Tratados

Los humanos formaron cuatro nuevos reinos: Vilen Saem, Érfensten, Tálnagar y Fjendal. Cada uno de ellos ocupó una parte de los territorios centrales de Vaélindam. Alzaron una alta muralla para demostrar a ojos de todos los indiscutibles límites de cada reino, en vistas a evitar futuros enfrentamientos y disputas por la ubicación de las fronteras.

El avance de Fjendal hacia el sur y Tálnagar hacia el este del continente, se vio frenado al llegar al linde de los bosques de Seldousek (al que llamaron Bosque Azul) y Verandjaliel (Bosque Verde), donde se encontraron por primera vez con los territorios élficos. Los elfos de la luna se mostraron distantes, desconfiados e incluso agresivos ante la presencia de los humanos en sus tierras, dejando claro que Seldousek no permitiría la ocupación humana. Los elfos de la foresta, en cambio, ofrecieron a los humanos un recibimiento mucho más cálido, aunque dejando bien en claro los límites entre sureino y los bosques, y entre lo que permitirían y no permitirían en Verandjaliel.  

Era de la Discordia entre Drartés y Érfensten

El reino humano de Érfensten sobrepasó las cordilleras al oeste de sus dominios con la intención de ampliar su territorio, pero no tardó en encontrarse con los trolls de Drartés, quienes aunque habitaban preferentemente las montañas, se servían de los valles para el cultivo y la caza. Los enfrentamientos entre Érfensten y los clanes de trolls de Drartés se sucedieron durante ochenta y tres largos años, hasta que decidieron poner fin a las disputas con la firma de un tratado que, pese a no ser suficiente para mitigar el odio entre ambos reinos y especies, aseguró un estado de relativa paz durante los siguientes siglos.

Era actual

Los cuatro reinos humanos ocupan pacíficamente el centro de Vaélindam gracias a una equilibrada red de tratados comerciales y políticos. No han vuelto a recibir noticias de Medtaria ni de sus habitantes, por lo que aquellas tierras ya solo son parte de viejas historias y leyendas de otros tiempos.

La relación entre las sirenas de Llumar y los humanos es escasa, ya que estas se mantienen alejadas de las costas y los barcos. Mientras los humanos no osen perturbar el equilibrio de los mares, las sirenas vivirán ajenas a sus asuntos.

Los trolls de Drartés tampoco regresaron a Ardestaén, ni volvieron a saber de sus congéneres. Viven en un frágil equilibrio con Érfensten, por lo que es sumamente raro verlos fuera de su territorio.

La isla de Nakaán se ha mantenido prácticamente inexplorada, ya que la mayoría de los valientes que se atreven a adentrarse en sus volcanes en busca de las joyas de los sátiros o el legendario laberinto, suelen regresar con las manos vacias o, por el contrario, no vuelven a ser vistos con vida.

Los elfos de la luna habitan entre las sombras del Bosque Azul, ocultos tras el velo de la luna. Son muy pocos los que se dejan ver cada tanto cerca de la frontera con Fjendal; su interacción con los humanos (entre los que no poseen una buena reputación) es bastante escasa.

Los elfos de la foresta abastecen de hierbas medicinales y pociones curativas a los reinos humanos, y reciben a sus pobladores en su bosque siempre y cuando no perturben el equilibrio de la naturaleza.

Los ricos y frágiles territorios selváticos de Ninn se mantienen inexplorados, y los fae que los habitan no muestran intenciones de cruzar al continente.

La sirenas de Ossdum no suelen abandonar las profundidades de los Mares del Sur, por lo que es sumamente raro escuchar historias sobre ellas. 

🏔️🏔️🏔️🏔️🏔️

La Princesa y el Cortejo del Príncipe de los TrollsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora