Capítulo 4: Pre-cena navideña

135 21 0
                                    

Plis, lean la notita al final :)

Aylen

Es una sensación agradable recorrer las calles de Mevaggisey otra vez. Todo sigue igual, solo han pasado casi cuatro meses desde que me fui.

Las calles están resbaladizas y hay un poco de nieve en algunas partes.

El jet privado de mi familia pudo traerme en poco tiempo, son las ocho de la noche cuando el auto se detiene frente a la casa en donde ya mis padres me esperan de pie en la entrada.

Elian baja y se lleva mis cosas adentro una vez los saluda.

—Princesa.

Papá es el que da varios pasos para envolverme en un abrazo que me hace despegar mis pies del suelo y reírme con fuerza.

—¡Mamá, dile que no me de vueltas porque me va a marear!

—Cállate que te estoy recibiendo como es debido.

Vuelvo a reírme y ya por fin me deja en el suelo, en donde quita varios mechones de mi rostro y los pone tras mi oreja.

—Te extrañé mucho, papá —le digo y aplasta mis mejillas a propósito con una mano.

—Pero si nos vimos hace dos semanas.

—Uf, bastante tiempo para mí.

Envuelve mi nuca y se inclina para besar mi frente dos veces.

—¿Y para tu grandiosa madre no hay saludo?

Mamá tiene los labios fruncidos con fingido disgusto.

Me arrojo a sus brazos también, recibiendo infinidades de besos por todo mi rostro. Siento que mi corazón se llena de alegría al tenerlos cerca otra vez. Son mi todo, mi mayor fuente de energía y motivación a seguir adelante.

—Ven, cielo. Hace mucho frío y no quiero que te resfríes.

Ella rodea mis hombros y papá mi mano al entrar. Todo sigue igual, obviamente. Cada cosa sigue en su lugar. Lo único raro es no escuchar a Vero cantando en la cocina. Se fue también, trajo a su familia y ahora vive con su nueva pareja de la cual no conozco ni su nombre.

—Voy por chocolate. Ahora vuelvo.

Dejo mi abrigo en el espaldar del sofá más cerca y me cuelgo del brazo de mi papá. Su cara dura se suaviza al poner sus ojos azules en mí, siempre me gustó eso. Ver la adoración suya por su familia y aunque tenga una altura y el mismo porte de militar de hace unos años, es diferente cuando está con nosotros.

Somos su más grande debilidad y mayor soporte todos los días.

—Extrañaba a mi pequeña habladora parlanchina.

—¿Sí? —me rio — Porque vengo con muchas preguntas que no te pude hacer la última vez que nos vimos. Te fuiste muy rápido.

—¿Qué tal mañana? Ahora debes comer algo, Elian dijo que no lo hiciste antes de venir.

—Ya lo había hecho antes —ruedo los ojos cuando detecto cierto tono de reproche.

Mamá regresa. El cabello azabache ondeándose con cada paso que da y que deja a mi papá un poco perdido. Ni con los años cambia.

Tomo asiento en el sofá y el calor a través de la tasa de chocolate es reconfortante para mis pobres manos congeladas. Empezamos a hablar, aunque no hay mucho que contar, siempre nos hemos mantenido en contacto y solo hay par de detalles de nuestras vidas en las últimas semanas que no hemos dicho.

Mi papá en cierto punto se retira y me deja a solas con mi progenitora, luego de dejar la taza vacía y el tazón de galletas también, puse mi cabeza sobre su regazo para que enterrara los dedos en mi cabello y lo peinara.

Conquistándolo [Libro 1 & 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora