P R Ó L O G O

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Aylen

Como odio el jodido uniforme del instituto.

La camisa mangas largas es todavía peor. A medidas que mis pies se mueven por la acera me siento cada vez más incómoda con ella puesta.

El problema no radica en que sea mangas largas, no. Soy capaz de tener una sudadera encima en un día caluroso de verano sin tener ningún problema con eso, raro para muchos, normal para mí. Sucede que la tela está hecha con no sé qué rayos que hace que me pique algunas veces y eso me deja la piel roja y sensible.

En serio que es molesto e incómodo.

—Jodida mierda —refunfuño sola, no me importa que algunos me miren raro cuando lo hago.

Si me hubiera ido con el chofer que siempre me lleva a clases o algún lugar que le pida ya estaría en mi casa, pero le dije que no me buscara ya que debía hacer una parada en la mejor cafetería que hay aquí y comprar mi apreciado postre de chocolate. Si Elian, mi chofer, sabe que lo compré sería capaz de decirle a mi padre lo que he hecho y entonces recibiría una buena riña por él que duraría horas.

Según él, Aidan, uno de mis hermanos mayores y yo, no podemos comer mucha azúcar debido a que luego estamos muy inquietos y energéticos. Tiene razón.

Pero vamos, ¡es chocolate! ¿Cómo le dices a alguien que no lo coma?

Frunzo el ceño al ver el camión de mudanza frente a la casa vacía al lado de la mía. Al parecer tendré vecinos nuevos.

—Póngala en la entrada y por favor, tenga cuidado al dejarla, ¿sí? Hay cristales dentro.

Una mujer, de algunos veintitantos, le da órdenes a un hombre mientras lleva algunas cajas. Es bonita, su cabello cae en cascada sobre su espalda, es castaño claro, rozando lo rubio. Al darse la vuelta sonríe al verme.

—Hola, soy Nerea, me acabo de mudar —me tiende su mano. Parece amigable, así que no dudo en tomarla y devolverle la sonrisa. De inmediato, me fijo en sus ojos. Son de un color café muy hermosos.

—Aylen.

—¿Vives cerca?

—Justo en esa casa de allá —señalo mi casa detrás de ella y asiente.

—¡Nere, aquí está la caja que buscabas! —grita alguien, no puedo verlo porque el camión tapa cualquier cosa que pase de ese lado, pero sé que se trata de un chico.

—¡Niño tonto, que soy tu tía! —le grita de regreso y rio un poco con ella — Bueno, Aylen, debo irme, fue un gusto conocerte.

—Igualmente.

Camino hacia mi casa con paso apurado, aún quiero quitarme esta mierda de encima. Me detengo un segundo al sentir una mirada en mí. A la derecha, justo en el porche de mis nuevos vecinos, hay un chico de pie viendo en mi dirección.

Trato de poder verlo bien y llevo una mano a mi frente para que el sol no me moleste y se me dificulte ver, pero no lo logro y lo único que consigo ver es un brazo tatuado antes de que entre cuando alguien lo llama.

Conquistándolo [Libro 1 & 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora