Capítulo 39: La feria

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Aylen

Esta noche iremos a la feria todos juntos.

A Levi se le ocurrió que podríamos ir y yo principalmente no puse ninguna queja. Es, de todo el pueblo, mi lugar favorito.

Desde pequeños esperábamos con ansias la apertura de este lugar, juntábamos el dinero para que en el momento lo gastáramos subiéndonos a todos los juegos. Allí di mi primer beso cuando cumplí catorce, ni siquiera recuerdo el nombre del chico, ese mismo año se mudó y nunca más supe de él.

Ellie me ayuda a prepararme.

Está nerviosa porque esta mañana mi padre... la encontró besando a mi hermano en la cocina. Sí, bonita forma de enterarse, pero ya no se puede hacer nada. Desde ese momento ella no ha abandonado mi habitación, la vergüenza se refleja en todo su rostro.

—Ten, ponte esto —me dice tendiéndome varias prendas.

Me quito la toalla y me visto con la falda que me llega hasta más abajo de la rodilla de color negro, tiene una abertura en el lado derecho que deja mi pierna desnuda. Junto a esto un top de mangas largas del mimo color que la falda.

Ella elige un pantalón corto color rojo y una camiseta blanca. Luego de que nos peinamos y estamos listas, bajamos las escaleras.

Mis padres están allí junto a mi hermano.

—Por favor, no me dejes sola —me ruega por lo bajo, enredando su brazo con el mío.

—¿Nos vamos? —le pregunto directamente a mi hermano.

—Un momento —dice mamá.

Siento a Ellie temblar.

—Cariño, ¿podemos hablar?

—Pero... nosotros...

—Te prometo que no tardaremos —le sonríe a la pelirroja.

Me desligo lentamente de su agarre. De esta conversación no podrá escaparse, por lo que luego de besar la mejilla de mis progenitores salgo de casa.

No cuento con encontrarme a Adrien a punto de atravesar el portón del jardín.

Me detengo.

Cuando esos ojos castaños chocan con los míos una sonrisa se empieza a asomar en mis labios sin siquiera pensarlo.

«No te quedes parada ahí»

Pero él ya se detuvo frente a mí. El olor de esa colonia que siempre usa me lleva a rodear su cadera y enterrar mi rostro en su pecho antes de que se lo espere, se ríe devolviéndome el abrazo con más fuerza y besando mi coronilla.

—Hola, Hübsch.

Levanto mi cabeza sin apartarme. Otra vez me está dando esa sonrisa tan inusual en él. ¿Debo sentirme afortunada por el hecho de que nunca lo he visto sonreírle así a otros?

—Hola, Adrien —respondo, poniéndome de puntillas y besando su mandíbula.

Arquea una ceja y con sus dedos peina mi cabello.

Conquistándolo [Libro 1 & 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora