Capitulo 31 "Las rubias no dan tregua"

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El frio aire de la noche golpeo mis mejillas, pero no por eso me inmute, mantuve mi expresión ante la mirada desafiante de Chleo, mi pregunta había quedado al aire y ella como respuesta solo emitió una risilla desviando su mirada, sus ojos se fijaron en algún punto específico como si estuviera recordando algo – pues veras – finalmente hablo – mi objetivo es que seamos amigas de nuevo-

Una risa sin ningún ápice de humor salió de mi boca, una de esas risas que se te escapan cuando sabes que algo es completamente absurdo – tu – la señale con mi dedo - ¿quieres que seamos amigas?

- Así es – afirmo Chleo levantado su mentón tercamente – serás mi amiga Madison ya lo decidí.

- Púdrete Chleo ¿Qué te hace creer que voy a caer en tus garras? – bufe - ¿Por qué?

- Es muy simple Madison, mi padre me ha enseñado que hay tres cosas que debes tener para ser exitoso 1: Poder 2: Carisma y 3: contactos mientras alguien es más popular más. . .

- No puede ser. . .- murmure y juro que mi cara en ese momento era idéntica al perrito de los memes - ¡Todo este desastre es por eso! – me lleve una mano a la frente tratando de calmarme.

Chleo se quedó en silencio y yo estaba teniendo una especie de ataque de ira, estaba tan molesta que incluso mi ojo derecho comenzó a temblar en un irritante tic nervioso – Mi respuesta es simple, no- dije sin perder mi posición. Chleo rodo sus ojos y paso ambas manos por su cabello como aclarándose las ideas – Madison actualmente tu popularidad está creciendo y...-

- ¡me importa cien hectáreas de nabo eso! desde el día en que te convertiste en una zorra elitista y me humillaste frente a nuestros compañeros de primaria ¡dejaste de existir para mí! ¡no eres más que un fastidioso dolor en el trasero! - le grite dejando salir toda mi ira- ¡una muy real y mal@#"$ta molestia!

Esta vez el rostro de Chleo fue todo un poema paso de estar sonriendo como una imbécil a ofenderse a una velocidad increíble, para luego enfadarse a tal punto que sus mejillas se tornaron de un fuerte color rojo, sus cejas se arquearon y frunció sus labios por un momento - ¡¿Cómo te a través a llamarme así?! Sabes perfectamente que no es mi culpa que fueras tan estúpida como para qué . . .-

- ¡Ya cierra el pico idiota! - me acerque a ella y el empuje haciendo que retrocediera unos pasos- y como vuelvas a molestarme no tendré ningún problema con lanzarme encima de ti y partirte la cara – advertí mientras me daba la vuelta para volver con mi familia.

Aun con mi semblante sombrío tratando de calmarme escuche a Chleo gritar - ¡esto no se quedará así! – pero no me importo, simplemente entre al lugar y trate de verme tranquila ante la mirada preocupada de Robert y mi tía; le explique más o menos la situación con Chleo y mentí diciendo que había solucionado todo hablando un momento con ella, mis palabras parecieron convencerles de que no estaba ocultando nada y yo fingí mi mejor sonrisa ante eso. Porque ese problemilla lo arreglaría con ella después pero hoy no tenía la fuerza de voluntad como para contenerme así que simplemente decidí que estaba bien dejarla ir con una advertencia.

- Ok . . . si todo está solucionado entonces podemos proseguir- Robert me sonrió y yo asentí en respuesta, mi tía respiro profundo y ansiosamente espero.

Robert se levantó de su silla y haciendo todo un teatro se arrodillo frente a mi tía y por fin dijo las palabras que todos queríamos escuchar y cuando digo todos, realmente me estoy refiriendo al mantón de fisgones que por culpa de Chleo estaba pendientes de lo que ocurría en nuestra mesa – Amelia West ¿te casarías conmigo? - sonrió lleno de expectativa el pobre Robert mostrando al fin el anillo.

Mi tía sin poder contener más la emoción, llevo una mano tapando su boca y luego la puso en su pecho gritando el tan esperado - ¡sí! ¡mil veces sí! –

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