Cáp.22 El chico de las macetas

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Esa mañana de domingo me despertó un ruido consecutivo en el vidrio, un sonido que identificaba perfectamente y que me hartaba.

-¡Loto! pájaro tonto, es domingo- le grite a quien llamaba a mi ventana.

Cuando mis ojos se acomodaron a la poco luz que entraba por entre las cortinas azul profundo revise el reloj despertador, que había conseguido canjearle a su Li por una pluma de tinta borrable que le había robado a mi hermano Edmund antes de iniciar clases, al abrir las ventanas me encontré con día nevado, un cielo gris perla y una neblina transparentosa que no dejaba ver la cabaña de Hagrid. Cuando logre abrirla ventana después varios intentos, la pequeña Loto entro revoloteando y se poso en mi cama, cerré inmediatamente la ventana porque el frio era insoportable y me dispuse a colocar un pequeño cubo naranja en las brazas de la chimenea que automáticamente se volvieron fuego. Traía una pequeña nota atada a su pata;


Te veo en el pasillo noroeste del primer piso en 15 minutos.

tu bello mellizo Stephan.

Desde que había propuesto comunicarnos más Stephan empezó a incluirme en todas sus actividades extracurriculares, incluidas aquellas que hacia los domingos, día que debería ser pecado hacer algo útil, mi mellizo aceptaba ayudar a los maestros porque no podía darles un no como repuesta.

la noche anterior había escrito tres cartas , necesitaba recuperar la llave de mi padre y el único aliado en el palacio era la pequeña elfina, pero para que ella pudiera entrara a la torre de alquimia necesitaba ordenarle a Ekos que dejara pasar a Leikey y convencerlo de alguna manera para que no le dijera nada a mi padre, pepúes la elfina vendría a Hogwartas, rogándole a Merlín que no la dejara perder, para que me entregara la llave de amatista, pensé en guardar las a cartas en el abrigo pero pensé que seria más prudente volver por ellas más tarde y enviarlas en horas de la noche en las que estaba segura que mi madre no estaría.

y así mientras caminaba por los pasillos de Hogwarts a las 6 de la mañana yo solo podía pensar en las palabras de mi padre cuando le sugerí enviar la llave por lechuza "si alguien interceptara la llave se pondría en riesgo todo el legado familiar"

-¿Que llevas puesto?- me pregunto mi hermano viéndome de arriba a bajo cuando nos encontramos.

-¿Que tiene?- le pregunte indignada- sea lo que sea que me vallas a poner hacer debó lucir linda.

El solo rodo los ojos y me señalo que lo siguiera con su mano, su atuendo era similar al que papá se ponía para trabajar y cuando lo observe más detenidamente supuse que tendría que embárrame.

Los invernaderos estaban cubiertos de nieve solo se distinguía parte de la puerta, mi mellizo toco y la voz muy conocida de la profesora Sprout se oyó desde adentro con un "adelante", cuando pasamos y los ojos de la profesora cayeron en Stephan se le iluminaron.

-Hola tesorito- dijo esta vez con una voz más aguda- gracias por ayudarme, dime que haría yo sin ti.

-Buenos días profesora Sprout- hablo mi hermano sonriendo tímidamente y formándose los hoyuelos- sabe que para mi es todo un honor.

-Buen día profesora- le salude captando su atención.

-Calista, bienvenida- me miro aligerando la sonrisa- pueden iniciar con los recibientes de ese lado de halla, hay que mezclar la tierra que esta en esas macetas  con el nuevo fertilizante de dragón que me recomendaron- nos hablo mientras señalaba con su mano donde estaba cada cosa- y Calista- llamo mi atención antes de que me pusiera en marcha- es mejor que te quites ese abrigo, el fertilizante es muy fuerte y de seguro se impregnara en la ropa y estoy segura que no querrás eso.

Hogar  Una shifther en su RDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora