•|CAPÍTULO 23: ADAGIO.

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Trevor Bonnet

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Trevor Bonnet.

El olor dulce entra por mis fosas nasales y causa que me deleite con eso. La mirada verdosa que me dedicó la pequeña figura a metros de mi hace que ponga una media sonrisa en los labios.

—Buenos días, Trevor—saludó sentándose a mi lado y cruzando las piernas. Las cuales quedan un poco al descubierto, permitiendo que su piel de porcelana brillara al contraste del sol.

—Angelique.

Ella sonríe abiertamente ante la pronunciación de su nombre.

—Vamos, Trev—refuta mientras se estira sobre la mesa, agarrando varias uvas de mi plato—, deja de ser tan serio, los dos sabemos que no es tu personalidad.

Me atrevo a poner los ojos en blanco ante el noto lleno de diversión que brotó de ella.

—Sigues usando loción de rosas para el cuerpo.

—Es mi favorito, ya debes de saberlo.

—Lo sé, más no se si cambiaste algo después de que me dejaras por Piero LeBlanc. O como se llama, este tu amigo el... ¿bailarín?

Angelique tensa la mandíbula por varios segundos antes de seguir comiendo las uvas. Mis uvas, maldita sea.

—Que Rams esté enamorado de mí no es mi problema. Le deje en claro que no es mi tipo.

—¿Y tu tipo son exactamente qué? ¿Pilotos de Fórmula 1 con millones de herencia?—Me atreví a inclinarme un poco hacia ella.

—No estamos aquí por eso, Bonnet—siseo comenzando a irritarse.

—También lo sé, Trevor. Dime lo que no le puedes decir a ella.

Me agache tomando la carpeta de color beige sabiendo que la decision que he tomado es por el bien de todos nosotros y poder ser libres de Magnus.

—Mi padre ha estado en negocios del bajo mundo y tiene muchas dudas que están empezando a tomar factura. Una de ellas era la fachada del noviazgo de Salvatore y mi hermana, quiere que todo esté bajo el agua sin que nadie lo sepa, pero es muy evidente que tarde o temprano esto explotara—comente deslizando la carpeta en su dirección—. Por favor dale esto a Marc, es evidencia y dile que cuide mucho de ellas.

Angelique asintió y deje que agarrara mi copa para darle un largo trago al vino tinto.

—Adelaine sufrió mucho, Trevor. Y si hay algo que yo pueda hacer lo haré.

—No supe cómo sobrellevarlo.

—Ni ella lo sabía, pero tenía que ser fuerte por la pequeña Scar y ver que tu te ahogaste en alcohol y carreras ilegales como refugio fue repugnante. Alejarte tras la muerte de la persona que más los amaba hizo que Magnus la manipulara para dejar que Joseph la usara como su títere.

La forma tan frivola en la que me habla hace que sus palabras duelan el triple de lo que ya son, porque joder, se que la cague y tener nuevamente una relación con mi hermana es como rogar por un milagro.

—Ella la vio morir y se culpa por haberse quedado en shock, Trevor. Con un puto demonio, todos sabemos que ella odia lo relacionado a la salud y se apunto en un curso de primeros auxilios para ayudar a tu abuela y joder...—ella respira hondo y desvia la mirada por unos segundos, los cuales me torturan—, se que no estuve ahí, pero te puedo jurar, que era quien la hacia fuerte y no fingia que la queria.

Cuando vuelve a posar la mirada en mí el dolor de sus palabras se hace aún más intenso que antes.

—Por eso me dejaste. ¿No es así?—Quise saber casi desesperado.

Haber tenido una jodida relación casi a escondidas en el pasado y que terminará por lo que básicamente es mi culpa, es un calvario que tengo que llevar sobre mis hombros. Tuvo que llegar LeBlanc a llenarla de estrellas para que un día decidiera que ya se había hartado de esto, nosotros.

—Necesitas sanar, Trevor.

—¿Lo amas?

—Lo quiero, sí—oír aquello solamente causó que otra sonrisa tirara de mis labios llena de dolor.

—Alessio debe de amarlo.

Angelique deja salir una risita mientras niega con la cabeza.

—Que sea su piloto no significa que lo apruebe, pero lo soporta y respeta.

Asentí sabiendo que sus palabras están llenas de razonamiento. Alessio Dassaúlt es un caso serio con el que no se debe de jugar.

—¿Cómo están ellas?—Hago el cambio de conversación ya que seguir sabiendo las maravillas de LeBlanc no es de mi agrado.

—Adela tiene una enfermera personal y Scar va de maravilla en el colegio. El equipo la lleva a la pista cuando tiene sus tiempos libres.

—Se oyen como si estuvieran felices.

—De cierta manera lo están, Trevor.

Maldije internamente al ver que se incorporó dejándome a la vista el conjunto de falda y top a la vista.

—¿Te vas?

—Solo vine por esto—mueve un poco la carpeta en el aire.

—Cierto. Supongo que te veré por los pits en estos días.

—Sabes que así será, donde sea nos topamos.

Y a mí me encanta verla aunque sea de lejos.

—Solo quiero saber dos cosas.

—Pregunta.

—¿Mi hermana lo ama?

Ella soltó un largo suspiro.

Se que hay algo entre ellos para que de la noche a la mañana estuvieran casados y que mi hermana ahora sea parte de la realeza francesa. Bueno, mis dos hermanas,

—Adelaine lo ama aunque se la pase negándolo y mi hermano daria la vida por ella.

—Me alegra saber que ella encontró al hombre indicado.

Caminó hasta mí poniendo una de sus delicadas manos en mi hombro.

—Algún día encontrarás a la mujer perfecta, Trevor.

Ya la tengo frente a mí.

Evite soltar un suspiro al sentir sus labios en mi mejilla, los cuales duraron más de lo debido y lo agradecí.

—Ve con cuidado, Angel de ojos verdes—susurre cerca de su rostro—, y por favor avisame cuando llegues.

—¿Como en los viejos tiempos, no?

—Como en los viejos tiempos.

—Está bien, te avisaré.

—Adiós, Angelique.

—Cuidate, Trevor.

Asentí lentamente viendo como se puso recta dándome una leve sonrisa y se dirigió hacia la puerta del cuarto del hotel. Viaje hasta Mónaco con el pretexto de la carpeta que es importante, sí, pero ya no podia con la tortura de no verla.

No cuando por mi inestabilidad la perdí y ahora otro de mis rivales la espera en casa.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora