•|CAPÍTULO 16: ANACRONÍA.

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Adelaine

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Adelaine.

Desde que era pequeña fui criada por mi abuela—quién fue técnicamente mi madre—ya que mi progenitora me sacaba la vuelta cada vez que me veía. Ahora ya sé la razón de eso. Sin embargo, siempre creí que algún día tendría una familia unida y feliz.

Pese a lo que Arleth reveló, la única figura materna que me dió felicidad y risas contadas ya no está más conmigo y con Scar.

Llevó el nombre de mi abuela y del cual estoy orgullosa. Ella fue quien me enseñó a bordar, cocinar, la que estuvo conmigo cuando tuve mi primer periodo y las tardes que siempre se nos pasaban volando cuando tenía poco tiempo libre para disfrutar tan solo un poquito de ella.

Veo como una de mis lágrimas cae sobre la fotografía y me movilizó de inmediato ya que no quiero arruinar los pocos recuerdos que me quedan de ella.

No creía que existiera la pérdida de memoria a causa de la depresión, pero con los meses que estuve yendo con la terapeuta me explicó que si puede ser posible. La amnesia disociativa como causante de un evento traumático o estresante, del cual fue diagnosticada sin que me sorprendiera en lo absoluto.

—¿Muñeca?

Mi rostro se eleva con rapidez viendo a Marcus recargado en el marco de la puerta vistiendo solamente el pantalón del pijama a cuadros, el cabello lo trae desarreglado y unos leves hoyuelos se marcan en sus mejillas cuando sonríe.

—En un momento me iré a la academia y dejaré todo apagado.

—Son las cuatro de la madrugada, falta una hora para que vayas—corrige con cierta diversión y entra en silencio.

Mi rostro gira a mi derecha viendo el reloj en la pared que marca las cuatro de la madrugada, estoy acostumbrada a dormir poco y ensayar más de diez horas al día dondé mi dieta se basa en comida controlada, además de medicamentos y pinchazos en la piel.

—¿Tú qué haces despierto?—inquiero nuevamente viendo sus ojos claros.

Estos son chispeantes a pesar de la hora y del silencio de la finca. 

—Estaba revisando algunos documentos sobre la compra de algunos hoteles.

Una sonrisa surca mi rostro al recordar que ellos tienen varias cadenas hoteleras ya que su padre según en palabras de Angie, es una persona que no se queda quieta y debe de estar moviéndose siempre; por lo que su apellido no solamente está dentro del mundo automovilístico.

—Hoy es aniversario de la muerte de mi abuela—susurre sintiendo todavía el nudo de mi garganta—, mayormente no puedo dormir.

—¿Quieres hablar de ello?

Asentí liberando por fin el sollozo que estaba reteniendo por tanto tiempo. Me obligue a no llorar su muerte años atrás y es algo que me ha estado consumiendo y matando tan lentamente.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora