•|CAPÍTULO 9: HONESTIDAD.

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Adelaine

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Adelaine.

Sujeto la punta de mis pies en la barra al momento que trato de regular mi respiración entrecortada.

Las noticias de que Vincent fue relevado de su cargo como uno de los presidentes de la compañía no se hicieron esperar y los susurros nada discretos de todos me han acompañado desde que empezamos los ensayos nuevamente de la obra.

—Diane Fontaine era de las mejores bailarinas a nivel mundial—logró escuchar que una chica comenta—. No me sorprende en absoluto que ella sea una de las nuevas directoras.

Seguí con el estiramiento final oyendo todo.

—¿Adelaine?

Cerré los ojos al oír mi nombre a mitad del salón.

—¿Qué necesitas?

—¿Tú sabes qué pasó exactamente con Vincent? Nos han dicho que hoy es su último día aquí.

Apreté la quijada parando mis movimientos.

—No—mentí rápidamente.

—Lo preguntó porque semanas atrás se les veía juntos—tuve que respirar profundo al ver las caras de todos—. Digo, no te ves como esas mujerzuelas que cometen adulterio.

Sonreí al momento que acomodé mi coleta alta.

—Es mi conocido—hable con firmeza—, si no ves las noticias o las redes sociales, sabrás que estoy casada, tengo una hija y estoy relacionada a la realeza francesa. ¿Crees que dejaré eso así sin más? No seas ingenua.

Di varios pasos en su dirección sabiendo que la mayoría me estaba oyendo y que más tarde todo este show se correría.

Sabía que esto tarde o temprano pasaría.

—¡Vamos a la báscula!—La voz del coreógrafo entra tras cruzar las dobles puertas de vidrio templado.

Me saluda con media sonrisa antes de señalar la báscula.

Me encaminé a la fila mirando el reloj de la pared para ver la hora. Scarlett ya debió de haber salido del colegio y sé que Marcus está en casa con Grace.

Optó por quedarme en silencio mientras los cuchicheos vuelven nuevamente. Las cosas con Vincent no terminaron de lo mejor y sé que es lo suficientemente listo para saber que su relevo en el cargo de dirección está relativamente apuntando en mi dirección.

Para cuándo subí a la báscula observé al coreógrafo que asintió conforme mientras anotó mi peso.

Este tiempo aprendí a que no necesariamente tenía que matarme de hambre para poder practicar lo que más me apasiona en el mundo. Qué con la terapia que Romina y Trevor me insistieron en llevar, fue una ayuda que nunca creí terminaría agradeciendo hasta el cansancio.

Tengo un largo camino por recorrer aún, pero cada una de las heridas que mis padres causaron en mi, van sanando a su ritmo sin tener que presionarme como en el pasado.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora