•|CAPÍTULO 3: LEGADO FAMILIAR.

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Adelaine.


La música se expande perfectamente por toda la sala, las notas altas me llenan siempre de esa adrenalina que me hace recordar porque amo esto. Pero no la mirada grisácea que me recrimina desde una de las esquinas.

Mi cuerpo se mueve siguiendo a mis compañeros, me mantengo recta como es la costumbre mientras mis brazos siguen la coreografía.

—Basile, cuida la postura.—Juliette Lacroix señala a mi compañero que de inmediato le hace caso.

La profesora se acomoda las gafas mientras con un elegante movimiento mueve su falda al momento que está comienza a caminar por la sala mirándonos a todos.

Hago el giro en el centro mientras me muerdo la lengua ante el tirón de dolor que siento.

El suspiro exasperado que Lacroix deja salir hace que su asistente corra al área de sonido deteniendo la música.

—¡Estamos haciendo todo mal!—exclama ella llevándose las manos a la cintura.

El pecho me arde y siento las piernas temblarme que lo único que quiero es ir a la barra para sostenerme.

Las clases comienzan a las cinco de la mañana y ya es mediodía que ni siquiera nos ha dejado la media hora libre, eso está contra las reglas.

Bajo el rostro por tan solo unos segundos soplando un poco y me miró las zapatillas.

—Bonnet.—me llama haciendo que eleve el rostro de inmediato.

—¿Oui, madame Lacroix ?—me dirijo a ella en francés como nos lo ordena siempre.

Angelique que se encuentra detrás de ella en el segundo grupo me pone los ojos en blanco mientras se limpia el rostro. Está toda sonrojada.

—Quiero tu postura firme, el rostro siempre en alto. Tus Revelé son débiles.—habló ella acercándose como un cazador a su presa.

La risa de Vanessa y Verónica salieron disfrazadas de una tos que de reojo, la pelinegra me elevo las cejas.

Suspiré cuando pude ver cómo Angie les levantaba el dedo.

—¡Dassaúlt!—la reprendió Lacroix. —¡Esas no son las actitudes de una señorita!

—¿Y tengo un letrero en la frente que dice que soy una?—preguntó la francesa de mi amiga.

La profesora suspiro llevándose una mano al puente de la nariz para después verme fijamente.

—No te quiero en mi clase si sigues bajo suspensión médica.—declaró ella con dureza.

—No estoy bajo suspensión médica.—evite mirar a Angie.

—Hazme un Revelé y un Grand Jeté.—ordenó poniéndome a prueba.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora