CAPÍTULO 0.

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Adelaine.


«Los prodigios de la familia Bonnet acaparan la mayoría de las revistas teniendo las primeras planas.»

«Trevor Bonnet se posiciona como el Piloto principal de Termar, equipo de la empresa familiar.»

«Scarlett Bonnet es admitida en la academia de artes más prestigiosa de la ciudad.»

«Arleth Dupont de Bonnet hace una generosa donación al hospital infantil.»

El giro perfecto. La familia perfecta. Sin miedos.

Sin errores.

Sin escándalos.

Las diferentes noticias que han salido en menos de una semana hacen eco en mi cabeza.

Soy una Bonnet.

Soy una Dupont.

No puedo tener fallas.

"—Tercer puesto y un esguince de grado mayor. ¿Qué se supone estabas pensando, Bonnet?—Juliette Lacroix me observa con más frialdad de la ocasional.—No voy a soportar ser la burla de la academia. Estás fuera del recital del mes que viene."

Un. Maldito. Mes.

La música inunda con los acordes todo el lugar de entrenamiento mientras me mantengo con la postura firme del centro.

La mueca que me regresa mi reflejo en el espejo me hace parar abruptamente.

Evitó mirar el reloj que está a mis espaldas.

«Adelaine Bonnet es reemplazada en el recital de hace dos días.»

Mi reflejo me devuelve una imagen totalmente incierta de lo que soy ahora mismo.

Mi cabello se pega a mi rostro sudoroso que está enrojecido por las cinco horas que llevo encerrada en el estudio.

Me han quitado el apoyo. Mi padre me ha dejado en claro que sí no vuelvo a tener una presentación donde sea la estelar toda ayuda monetaria se hará humo.

Una mierda viniendo de una familia que gasta sin pensarlo dos veces pero para sus hijos hasta dudan en hacer un cheque.

Mis ojos viajan a la báscula de la esquina junto a las cintas métricas que cuelgan del soporte.

Inspiró hondo cerrando los ojos tan solo unos segundos antes de oír el timbre que resonó por el pasillo.

—¡Adela!

Me hierve la sangre ante el diminutivo de mi nombre. No salgo, no me muevo, pero si diviso como por debajo de la puerta el sobre se desliza.

Hago girar el tobillo sobresaliendo las cintillas que lo envuelven. Debo ir a checarlo.

Y un demonio, la consulta me va a salir la mitad de mis ahorros.

Suspirando me encamino en dirección a la puerta, las puntas de mis zapatillas desgastadas tocan el sobre color mostaza que hace brillar el apellido de mi familia.

Con agilidad me agachó para sostenerlo, con la uña acrílica rompo el papel y sacó lo que ya debía imaginar estaría ahí.

«¿Cómo que estás con la rebelde de Dassaúlt? Regresa a casa y céntrate en la academia.

En tener un estelar y seguir practicando la perfección, no estoy jugando Adelaine.»

Seguir practicando la perfección.

Eso no me dijo hace un mes cuando mis maletas estaban en la sala.

No me sobresalto cuando sin pedir permiso abren la puerta.

—Ese señor vestido de pingüino vino a dejarlo. Y, a no ser que papi Bonnet te regrese los ingresos, no lo quiero aquí.—se cruzó de brazos —¿Algo que debas decirme?

—Tengo que ir a revisión de mi tobillo y comprar zapatillas nuevas. Vivir de los ahorros es buena idea, pero papá quiere que regrese a casa...

Entonces ella sonrió.

Elevando las comisuras de sus labios y haciendo que sus ojos verdes brillaron con diversión.

—Adela...

—Adelaine.

—Adela.—me apunto.—Yo te presto. No es necesario que regreses con los estirados de tu familia, este lugar es tuyo.

Negué.

—Me has venido prestando desde hace un mes.—refute sin dudar.—Y se qué este es mi lugar, pero no sé siente igual desde hace dos años.

—Y me has hecho la tarea como pago.—dio dos pasos hacía mi.—Eres fuerte, mamá sabe que me necesitas y...

Mi pago es hacerle su tarea de idiomas. Las políticas de la academia son tomar clases de idiomas para estar mayor preparadas ante los posibles eventos internacionales. Negué sabiendo a dónde se dirigía, su madre es tan amable aunque solo he interactuando con ella dos veces.

—Mañana vamos de compras, Adela. Las vacaciones de una semana ya terminaron, y Juliette nos va a exprimir.

—Pero...

—Nada. Ahora sal de aquí que me estás llenando de pánico, tu padre puede meterse su dinero por dónde el sol no le da y...

—Ya.

Levantó las cejas.

—Mira, somos mejores amigas. Y, la rivalidad de nuestras familias nos vale un carajo. ¿Qué mejor que una Bonnet y una Dassaúlt como mejores amigas?

Eso es un problema desde hace cinco años en el cuál, han metido sus narices.

Las carreras y el ballet nunca deben de mezclarse así sean dos cosas completamente diferentes y están a años luz de ser iguales.

¿La razón? El marcador siempre se ha inclinado en ambos lados desde tiempos inmemorables.

Y cuando entré a la academia, mis padres explotaron al saber que una Dassaúlt se hizo mi mejor amiga.

Mucho peor cuando supieron que estamos en el mismo programa.

Añade también el estatus social. Digo. ¿Qué puede empeorar ahora? Su hija de en medio no fue estelar y está sin casa, mucho menos recursos.

A estas alturas enterarme de que no tengo un apellido no me sorprendería en lo absoluto. 

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora