•|CAPÍTULO 13: HIJA TROFEO.

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Adelaine

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Adelaine.

Mi respiración se pierde entre las notas altas de la música que invade el enorme salón de la finca.

La pared de espejos me revuelve mi imagen cansada y llena de sudor.

Necesito ensayar lo más que pueda para no tener ni un error. La libreta en una de las repisas es como ese recordatorio en que no debo de fallar para tener a todos felices y orgullosos.

¿Pero a quienes?

Dejó salir un grito lleno de desesperación ya que no se que hacer con todo lo que está pasando.

Tengo veinte años, desde que puedo recordar mi mundo fue manejado y manipulado al antojo de mis padres para siempre conseguir todo lo que ellos querían.

Cuide de mi hermana cuando no era mi responsabilidad, me hice su figura maternal en cierto sentido, cumplí con los estándares establecidos y nunca puede negarme a nada ya que estoy acostumbrada a ceder a todo.

—Con que aquí estas—pegue un leve brinco al oír la voz de mi madre y giro para encontrarla en el borde de la puerta—. Jugando a ser la esposa del rival número uno de tu familia.

Arleth me barre con la mirada antes de llegar a mis ojos almendrados que no están ni lejos de parecerse a los suyos.

Mi madre está a tan solo metros de mí y lo único que deseo de ella es un abrazo.

—Hola, mamá.

—¿Cuándo vas a acabar con todo este capricho?

—¿Quién te dejó pasar?—Tan solo caminó varios pasos en su dirección antes de que ella levantara la mano para que me detuviera.

—Soy tu madre, yo puedo pasar a donde se me dé la gana, Adelaine—reprocha con dureza—. Ahora respóndeme para que vayamos a casa.

—No iré a ningún lado, mamá. Está ahora es mi casa—trato de sonar lo más calmada posible mientras pongo media sonrisa.

Ella niega antes de dejar salir una risa carente de emoción y baja la vista a los dos anillos de mi dedo anular.

—¿Dónde está tu cadena? Nunca te la quitas para nada.

Instintivamente me llevo la mano al cuello y suelto un suspiro sin perder la sonrisa. ¿Cómo le digo que la cadena la tiene mi esposo falso desde hace días?

—La tengo en el cofre de mis joyas, madre. Con tanto ensayo la puedo perder.

—Explicame la estupidez que estás haciendo con todo este circo, Adelaine.

Volví a suspirar.

¿Es que nunca podremos tener en algún momento madre e hija una charla normal?

¿Saber una de la otra sin palabras hirientes?

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora