•|CAPÍTULO 2: SIMULADOR.

44K 3.1K 511
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Marc.


Mis dedos se mueven a la velocidad habitual sobre el volante del simulador del Luxxe. Ignoró las voces a mis espaldas que planifican, hablan por teléfono, lanzan órdenes y me centro en la pantalla que me muestra la pista despejada.

Giró en la cueva seis y me tensó por completo al sentir unos brazos rodearme por detrás con efusividad haciendo que mis reflejos fallen mandándome contra el muro tras que el coche girará varias veces.

Aprieto la quijada molesto observando la información de la pantalla junto a la numeración.

—Me has mandado al muro.—suelto de mala gana aspirando el aroma de rosas de mi hermana que parece no querer quitarse.—¿Qué quieres?

Ella ríe en mi oreja antes de soltarme y ponerse frente a mí.

—No fuiste por mí a la academia.

—Tienes manos y una camioneta.

—Pero es inicio de semana. Cada lunes vamos por un frappé.

Suspiré mirando sus ojos claros y ella me levantó las cejas.

—Lo lamento. Tuve entrenamiento hoy por la mañana, conferencia a medio día y nuestra madre organiza algo.—hice una seña para que se quitará.

—Sabía que me dirías eso. Además tienes una representante que debió avisarte.

—Bueno ella debe de andar por ahí. Solamente te falle un día, Angelique.

—No entiendo cómo es que Verónica logró soportarte.

—Corrección, logra. La sigo viendo.

—Es mi compañera. No me agrada y es más insoportable que un niño pequeño.

Suspiré poniéndome de pie dejando el control del simulador de lado.

No me importa si no le agrada. Yo respeto sus decisiones y ella debe de hacer lo mismo conmigo.

—Y tiene mi edad.—habla a mis espaldas cuando me giro yendo en dirección a la terraza.

—Hay consentimiento, Angelique. Ella es mayor de edad. Además son tres años de diferencia.

Mi hermana deja salir una queja que me hago hacía la derecha porque sé perfectamente cuál será su movimiento.

—¡Marc!—refuta cuando el cojín sale volando piso abajo.

Me estiró tomando un par de uvas y mi teléfono observando de reojo cuando ella se deja caer sin gracia en el sofá del frente aún estando en ese conjunto de color rosa a juego con las medias.

—La vida es horrible, Marc. Odio a Lacroix, ella y sus malditos pirouette me tienen harta.—se queja poniéndose un cojín sobre el rostro.

La he visto entrenar y esa francesa es insoportable.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora