𝟏𝟐. 𝐋𝐨𝐬 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 𝐲 𝐒𝐢𝐫𝐢𝐮𝐬

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Hogwarts - 1971 (aún)

Ya era Diciembre y el espíritu navideño se sentía por cada rincón de la escuela. El castillo y la decoración, hablaban por sí solos.

Sirius había decidido tomarle la palabra a Tom y pasar las fiestas con los Stark, pero, tenía que pasar al menos una semana en casa de los Black. Y ese hecho lo deprimía.

– Pasaremos navidad en Londres – explicaba Arabella.

– ¿No van a otro lado? – preguntó Sirius ausente y escuchando la conversación a medias.

– No, solo en vacaciones de verano.

– Ah ya.

La niña no dijo nada, simplemente se levantó y abrazó a su amigo, sin necesidad de decir cualquier cosa o alguna palabra, Arabella entendía aquello que tanto afligía a Sirius.

– No quiero ir, Anni, de verdad no quiero – susurró en lo que se aferraba a las manos de su mejor amiga.

– Yo lo sé – y continuaron en silencio.

– ¡Ey! chicos – interrumpió James, seguido por Remus y Peter – ¿No quieren salir a explorar?

– Cualquier cosa que no sea estar acá sentado, me apunto – Black se levantó de su silla y levantó sus manos.

– Igual yo – Arabella comenzó a dar brinquitos.

– Los estuvimos buscando – James se recargó en una silla, mientras veía a la pelinegra.

– Ya no nos busquen más, vámonos – todos conocían el plan. Así que Sirius tomó la mano de su mejor amiga para salir de la biblioteca.

Los cinco niño se encaminaron a cualquier parte del castillo mientras no fuera a su sala común. Con la ayuda de la capa de invisibilidad de James, podían pasar desapercibidos.

Casi cuando inició el año habían descubierto un pasillo muy angosto, justo detrás de una de las viejas armaduras que adornaban la escuela. Solían irse ahí por las noches, llevar galletas o alguna clase de snack que Arabella conseguía que los elfos les prepararan y pasaban horas ahí.

– ¿Creen que sería buena idea explorar más allá? – preguntó James, mientras tomaba una de las galletas y su voz hacía eco en el lugar.

– ¡No! Me muero de frío – la pelinegra se acercó más a James, quien la rodeó con los brazo y se le dibujó una sonrisa casi imperceptible.

– Yo opino que salgamos.

– Yo digo que nos quedemos acá – dijeron Sirius y Remus al unísono, para después voltearse ver extrañados, al oír que no estaban en el mismo canal.

– Que sea por democracia – terció Black, sonriendo arrogante.

– Peter, tú tienes la última palabra – siguió Potter y todos voltearon a ver al pequeño.

– Ammm, bu-bueno yo... yo – tragó grueso al notar como todos lo veían – Yo di-digo que ¿vayamos?

– ¡Eh! – festejaron ambos amigos.

– Maldito, te odio – Arabella le dio una mirada feroz a Sirius – Ustedes vayan, yo me quedo – la niña se acostó en las sábanas y se tapó hasta la cabeza.

– Anda, Anni, vamos – le dijo Remus, estando ya de pie.

– No – seguía tapada.

– Anni, vamos, sabemos que te encanta merodear por ahí – James se había agachado a su altura y le acarició el cabello por debajo de la sábana – Será divertido, puedes llevar tu cobija.

All of us must dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora