Todos los niños alrededor de Inglaterra, esperan con ansias su cumpleaños número 11, esto indica que ya pueden asistir a Hogwarts y que su carta llegará en cualquier momento. Acuden al Callejón Diagon por todo lo necesario para el año escolar; en el caso de los de nuevo ingreso, van por sus varitas. En el caso de los que ya han asistido, van por cambio de uniforme, nuevos libros y los que juegan Quidditch, corren a comprar la escoba último modelo que acaba de llegar.Es una experiencia que todos quisiéramos vivir ¿o me equivoco?
Pero a diferencia de todos ellos, Arabella prefería quedarse a dormir. A pesar de ser un día tan importante y significativo, Arabella Stark se encontraba profundamente dormida, sin intenciones de levantarse temprano. Podría sonar cruel, pero ella prefería que su elfina domestica fuera por las cosas, como anteriormente se había ofrecido.
— ¡Arabella! ¡Arabella! — gritaba Macarena, la hija pequeña de los Stark — ¡Arabella! — gritó nuevamente, irrumpiendo en la habitación — Arabella, despierta — la zangoloteó para que la mayor saliera de su trance.
— Maca — murmuró la mayor molesta — ¿Por qué demonios vienes gritando? — se frotó los ojos para poder abrirlos del todo.
— Porque ya es tarde — le reprochó su hermana.
Sin embargo, Arabella, no entendía de qué hablaba. La menor rodó los ojos ya chocada:
— Hoy iremos al Callejón Diagon por tus cosas, duh.
— Ah — murmuró sin mucho entusiasmo — Diez minutos más — jaló de nuevo su cobertor y se tapó hasta la cabeza.
Arabella quería ir a Hogwarts, pero a la vez no le entusiasmaba aquella idea ni la de ir al callejón Diagon, por varias razones, una de ellas era el hecho de que tenía que hacer amigos, los demás niños solían hacerla a un lado o tratarla como un adulto; y la otra razón era sencillamente que preferiría dormir toda la vida.
Macarena enojada, le quitó el cobertor con todas su fuerzas y lo tiró al piso — No estoy jugando, señorita, ya levántate y ve abajo a desayunar — intentó decir con autoridad.
La mayor se sentó en su cama y la miró unos segundos antes de sonreír y pararse de una manera floja, con el cabello despeinado y alborotado por toda la cara. Ambas hermanas bajaron al comedor, dónde ya se encontraban sus padres desayunando.
— Pero miren quién apareció — mencionó el señor Stark, bajando su periódico y sonriéndole a su hija que aparecía somnolienta.
— Me costó tanto despertarla — se quejó Maca, sentándose en una de las sillas de la cocina.
— ¿Acaso no estás emocionada por ir a comprar tus cosas? — preguntó la madre de las niñas.
— La verdad... no — dijo una apática Arabella — Preferiría dormir todo el día.
— Tu siempre — murmuró la menor, rodando los ojos.
— Creí que te emocionaba ir a Hogwarts — Tom se unió a la conversación, dejando su periódico de lado.
— Si me emociona, pero para nada es divertido ir por las cosas — respondió la aludida — Me quita tiempo de sueño, cosa que extrañaré cuando esté allá. Porque tendré que levantarme temprano todos los días — reprochó con dramatismo y se acostó sobre el frío mármol de la isla de la cocina.
— Ya era hora, pequeña dormilona — rio Lorelei, ganándose una mirada de reproche de Arabella y risas por parte de su esposo y su otra hija.
Una hora más tarde, la familia Stark se encontraba entre los grandes pasillos de aquel mágico lugar, en el que vendían todo lo que Arabella necesitaría para su primer año. Ambas hermanas veían con asombro a su alrededor, aunque la chiquilla seguía pensando en que era mejor plan quedarse a dormir hasta que ya no pudiera más.
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All of us must die
Hayran KurguEl presente es una cosa, difícil para todos; en especial para Harry Potter, el niño que vivió. ¿Pero qué pasaría si Hermione y Harry regresan dos minutos después de lo acordado con Dumbledore? ¿Afectaría el pasado, el presente o el futuro?