𝟏𝟑. 𝐄𝐥 𝐩𝐫𝐨𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚 𝐝𝐞 𝐒𝐢𝐫𝐢𝐮𝐬 𝐲 𝐥𝐨𝐬 𝐒𝐭𝐚𝐫𝐤.

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Mansión Black - 1971

¡Estás loca!

– ¡Vuélvelo a decir, mocoso insolente!

– ¡Eres una psicópata!

– ¡Crucio! – Sirius esquivó la maldición, pegándose a la pared y subiendo las escaleras mientras corría – ¡Crucio!

– ¡Ah! – como pudo, se levantó y volvió a correr, escaleras arriba.

– ¡Vuelve acá!

Aquellos gritos se escuchaban por toda la casa, todo el vecindario podría escucharlos si el lugar no tuviera un hechizo contra muggles.

Cada día que Sirius pasaba en la mansión Black, era peor que el anterior. El solo deseaba irse a la casa de los Stark o huir del continente, lo que se presentara primero.

Faltaban solo dos días para su preciada huida con Arabella. Ya no había nada que lo detuviera en aquella casa, Regulus ni siquiera la mirada le dirigía, su tío Alphard no se había aparecido en toda la semana, Walburga solo sabía lanzarle maldiciones y Orión no hablaba con el. No tenía a que quedarse en aquella casa tan despreciable.

– ¿Qué haces? – Wlaburga Black había entrado a la habitación de su hijo, un jueves al medio día.

– Nada que te importe – el niño metía ropa en la maleta sin siquiera mirarla.

– ¿A dónde vas?

– No es de tu incumbencia.

– Te estoy preguntando bien – alzó la voz.

– Y yo te estoy contestando sinceramente.

– ¡Cru-! – se interrumpió en cuanto escuchó el timbre, le dio una última mirada de enojo y salió de la habitación.

Black no pensaba dar explicaciones de a dónde iba, sabía que si desaparecía, a nadie en ese lugar le importaría. Salvo a Regulus, pero su relación estaba rota, así que eran dos extraños más.

Cuando llegó la madrugada, el niño tomó su maleta y lo más sigiloso posible salió de su habitación. Bajando las enormes escaleras, se detuvo en el cuarto de su hermano menor, quien dormía plácidamente. En aquel momento se lamentó, lamentó no haber ido por el hace una navidad, lamentó no explicarle todo lo que sentía respecto a su hermano y lamentó no decirle que pasara lo que pasara, eran hermanos y que siempre estaría para él y vería por el. Pero ya no había tiempo, el tenía que salir de ahí.

Caminaba lento, hasta que se saltó un escalón y cayó al piso, despertando el horrible retrato de su madre, el cual comenzó a hacer escándalo, atrayendo a la Walburga real. Sirius tomó sus cosas y corrió a la chimenea, esquivando cualquier maldición que la mujer lanzara.

– ¡Vuelve acá, escoria! – Sirius casi llegaba a la chimenea para transportarse en polvos flu.

El niño siguió avanzando, tomó los polvos de un tazón, se adentró en la chimenea – Mansión Stark – dijo.

– ¡Carpinus cut! – gritó Walburga apuntándole a su hijo, antes de que el fuego verde lo sintiera y lo desapareciera.

Mansión Stark - 1971

Black mayor continuó su viaje por aquella chimenea, aterrizando segundos más tarde en la gran sala de estar de los Stark. Cayó estrepitosamente en el piso. Y comenzó a llorar, la mejilla le dolía mucho, se sentía abandonado, solo, avergonzado, inútil y muchas otras cosas.

– ¡Arabella! – se escuchó el grito de Tom.

La niña corrió escaleras abajo, sabiendo que se trataba de su mejor amigo, sin necesidad de verlo. Al llegar, se fundieron en un abrazo, en el que el niño lloraba, aferrado a su mejor amiga.

All of us must dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora