Capítulo 2

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MATTHEW
"Cuando mis ojos te vieron, supe que había vivido ciego."
-Leunam

Sinceramente, de todas las amistades que tenía, Ashley era una de mis favoritas.

Supongo que era muy pronto para decir que era la mejor (excluyendo a Alexia, ella era mi hermana). Era incluso muy pronto para considerar lo nuestro una amistad.

Pero había algo, algo genuino, algo mutuo. Como una conexión.

Una seguridad que podría parecer extraña.

No pude evitarlo, le envié un mensaje al llegar a casa:

Yo: Nos vemos el próximo sábado, para mirar las tiendas?

Y fue así como la vi de lejos, ya me estaba esperando y como no, iba con un outfit de 10.

Me dijo que era bastante básica pero sabía vestir bien y mona.

En verdad la tia era atractiva. No sería difícil que fuera modelo.

Cuando me vio, sonrió y se acercó a mí a la vez que me acercaba a ella para abrazarnos.

La primera tienda a la que fuimos, ella escogió un vestido, dos tops y yo le escogí unos pantalones oversized. Luego me acompañó a mi a elegir sudaderas.

Salí ya con una sudadera puesta y la esperé para ver su opinión.

Cuando abrió su cabina ya llevaba el vestido puesto.

Definitivamente me gustan las mujeres.

La miré de arriba abajo intentando ser lo más discreto que pude pero cuando la miré a los ojos vi que llevaba una mueca de disgusto.

-¿Qué pasa?

-No me queda bien -se miró al espejo aún con una mueca de asco más grande -me queda ñe.

-¿Ñe? Te queda genial.

-A ti si que te queda bien esta sudadera -me miró desde el espejo

-A que sí. Me gusta. Pero me gusta más como te queda el vestido

-¡Bueno ya basta! -se quejó medio nerviosa

Por consecuencia, me echó de su cabina.

Ñe ñe ñe. No le quedaba ñe.

Al final me compré dos sudaderas y ella un top y mis pantalones. Que se comprará unos pantalones que no eran de su estilo fue todo un logro para mi.

Después de pagar, justo en la salida había una camiseta con la imagen de la Tour Eiffel.

Ella se paró, la señaló y me dijo:

-¿Sabes porque la Tour Eiffel tiene la forma de una "A"?

Me quedé mirando ess imagen

-Ostia es verdad. No me había dado cuenta.

-¿Quieres que te lo cuente? -sonrío y me sentí como cuando calificó un peluche de abrazable.

Me sorprendía ver una faceta que desconocía completamente de ella. Yo la veía como una tia seria y bastante madura.

Sonreí ante su ilusión.

-Cuentame. Que ahora tengo curiosidad.

-Al parecer -empezamos a caminar hacia el exterior -cuando Gustave tenía 25 años, en 1857, se enamoró perdidamente de Adrienne Bourges. Era algo mutuo y querían casarse pero el padre de ella, que quería un marido de buena familia, no quiso e impidió el matrimonio. Al final acabó casándose con Marguerite Gaudelet y tuvieron como 5 hijos. Pero eso no le impidió poner la inicial de su amada en su gran obra maestra.

-Uala.

Fue lo único que me salió después de escuchar su historia. Nunca me había parado a pensar en la forma de la Tour Eiffel.

-¿A que es bonita la historia?

-La verdad es que sí.

-Pues mi madre dice que tiene forma de "A" para el equilibrio de la estructura, ¿te parece normal? ¡Le quita todo lo romántico! Se nota que ella no escribe historias de arcoiris...

Me reí por la razón de su indignación.

Fuimos a un par de tiendas más y luego acabamos en una cafetería porque a mi se me antojaba un café.

Ella no se pidió nada, así que cuando volví con mi café en la mano le pregunté:

-¿Tú no coges nada?

-No me gusta el café...

-¿¡No te gusta el café!?

Y entonces me miró mal y cambié mi expresión de incredulidad por una sonrisa.

-Claro. Normal. Que no te guste el café. A mí tampoco. -bromee y lo dejé encima de la mesa.

Ella sonrió.

-Me parece amargo, no sé...

Su móvil vibró y lo cogió, miró el mensaje y luego me miró a mí.

-La semana que viene, en el parque de delante de mi casa hacen una mini disco para Halloween, ¿vienes?

-Ahí estaré -sonreí

-Disfrázate de café, así si que me darás miedo.

-Bueno. El color lo tengo.

Y nos reímos, siendo tan genuinos.

Por si no has entendido la broma: es que soy de piel morena ¿vale? No estoy siendo racista, yo amo mi melatonina.

Una niña que debía tener 5 años menos que nosotros pasó discutiendo con otro niño de su edad. Parecían más una pareja de casados que una pareja adolescente.

-¡Ala! ¡¿Qué inventas tú, chulopolla?!

Ashley y yo nos miramos enseguida, con las mejillas hinchadas intentando aguantar la risa.

Cuando los niños discutían a una distancia prudente Ash sonrió divertida:

-Chulopolla, como mola. A partir de hoy este será tu apodo.

NUESTRA LUZ DE MEDIA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora