MARTINNo hace falta que diga mucho más. Nos encerramos en la terraza. Empieza a hacer fresquito así que me abrazo a mi mismo. Juanjo saca dos cigarros, enciende el suyo y me pasa el mechero. Le copio el gesto y enciendo el mío, sin quitarle los ojos de encima.
Los dos estamos en silencio, y hay una tensión que podría cortarse con un cuchillo.
-He estado pensando en lo de ayer.- me dice. El corazón me late a máxima velocidad.-Quiero decir, fui un capullo contigo.- continua.
-Me dejaste con las ganas.- me sale solo. Siento que se me va a salir el corazón por la boca.
-Ya, es que no sé qué me pasó.-me contesta.-Pero todavía puedes arreglarlo ¿no?
-Tendrías que arreglarlo tú.-suelto yo, con un tonito en el que se notan las intenciones que llevo.
-Martin yo no conozco de nada a ese tío.- se ríe.
¿De qué tío habla? ¿Acaso no estaba hablando sobre él mismo? ¿Sobre nosotros?
-¿Qué?- pregunto confuso.
-Te digo que no le conozco y que fui un capullo por interrumpirte cuando te ibas a liar con él, no sé qué me pasó, iba fatal, pensé en ti y te busqué, nada más allá. ¿El chaval no te dijo su nombre ni nada?- sigue hablando.
-No, pero da igual.- respondo tajante.- ¿Quieres hablar de algo más?- le pregunto, con un tono serio. Ha conseguido que Martin Urrutia sea borde, lo nunca visto.
-No.- le da una calada al cigarro mientras me mira fijamente a los ojos.
-Perfecto, buenas noches Juanjo.- apago el cigarro y me voy.
Acaba de hacer como si anoche no hubiera pasado nada. Como si no hubiera sido él el que me hubiera intentado besar. Y yo estoy en plan, mira lo que me has hecho hacer.