MARTIN
Las luces se encienden. Mis ojos permanecen fijos en los de Juanjo. La gente aplaude, eufórica.
Abrazo a Kiki entre aplausos. Bajo lo más rápido que puedo del escenario. Álvaro y Bea me felicitan y me abrazan. Es increíble cómo estas personas se han convertido en gente tan importante para mí en apenas una semana. Pienso en lo afortunado que estoy siendo, en ese preciso momento.
Veo a Juanjo acercarse sonriendo.
-Ha estado muy bien.- reconoce. Mientras me pasa una mano por el pelo. Yo me cuelgo en su cuello y lo abrazo con todas mis fuerzas. Estoy más que agradecido de tenerlo aquí. Él me corresponde el abrazo, y me apreta fuerte contra su cuerpo. Y es algo raro, pero jodidamente bonito.
He cumplido mi sueño y él ha estado ahí para verlo. Tal y como nos habíamos prometido alguna vez.
Una vez que llegamos a casa, Álvaro dice que se va de fiesta, Bea se excusa diciendo que va a dormir porque está muy cansada y Juanjo se queda viendo una serie en el salón. Y yo, aunque me muero de ganas de estar con él, me tengo que obligar a escribir.
Es bastante tarde cuando alguien llama a mi puerta. Juanjo entra sin que yo le de permiso.
-¿Estás bien?- me pregunta.
¿Qué le pasa ahora a este chico? ¿Por qué ahora de repente se preocupa por mi?
-No del todo.- le digo.
-Lo he notado.- me responde. - Ven, quiero llevarte a un sitio. - me propone.
Acepto enseguida, aunque todavía no he conseguido componer nada y haga días que no pego ojo.
Caminamos por la calle oscura, ambos en silencio. De vez en cuando él gira su cabeza hacía mí y me mira, acto seguido sonríe.
Llegamos a un bar antiguo y nos sentamos en una mesa, al lado de una ventana. Juanjo pide dos mojitos, sin ni siquiera preguntarme.
Permanecemos en silencio mirándonos a los ojos, hasta que el camarero nos interrumpe con las bebidas.
-¿En qué piensas?- me dice.
-En que tengo que componer una canción para la semana que viene y no he empezado.- me río.
-Podrás, yo confío en ti.- Me anima, sonriendo.
Por un momento pienso que tiene la sonrisa más bonita del mundo.
-¿Es por eso que no estás bien?- sigue interesándose.
-Sí.- miento.
-Ay dios, me encanta esta canción.- dice entusiasmado. - Vamos a bailar, Martin.- me dice.
Se levanta y me tiende una mano. La agarro con fuerza y me lleva hasta la pista de baile.
-No sé bailar vals.- le confieso. Nervioso.
-Yo tampoco. - se ríe. Yo hago lo mismo.
Sin soltarme de la mano, me coloca la otra detrás de la espalda y me acerca a él. Y bailamos. Mirándonos a los ojos y sin tener ni idea de bailar.
No podemos parar de sonreír. Y en el fondo de mi mente, deseo que este momento nunca se termine, que dure para siempre.
-¿En qué piensas?- le pregunto, copiando su pregunta de antes.
- En que no quiero perderte nunca.- suelta. Sin mover sus ojos de los míos.
Su respuesta me deja sin palabras, no me lo esperaba. Los dos sonreímos. Me pego todavía más a él, y este me abraza fuerte contra su pecho. Y en ese momento, lo entiendo todo, me estoy enamorando de él.
(...)
Llegamos a casa y me dirijo hacía mi habitación, no hemos vuelto a hablar desde que me dijo eso en el bar. Le daba miedo perderme. Las palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza.
-Martin.- me llama. Siento un escalofrío al escuchar mi nombre.- ¿Duermes?- me pregunta.
Sabe de mi problema de ansiedad, sobre mi insomnio.
-Apenas.- le soy totalmente sincero.
-Duerme conmigo.- propone.
Siento mis mejillas arder. El corazón se me va a salir del pecho.
Asiento y voy hacia su habitación. Él se tumba en un extremo de la cama , dejándome el otro libre para mí. Suspiro nervioso y me tumbo, dándole la espalda.
Cierro los ojos y siento su brazo pasar por mi cintura. ¿Acaso estoy soñando? Y así, es como después de un par de días sin dormir absolutamente nada, me quedo dormido en calma, abrazado a Juanjo.