"I can't find a pulse
My heart won't start anymore
For you
'Cause you're losin' me"
MARTIN
Es pronto cuando me despierto en mi cama, miro la hora, son las 6 y media de la mañana. Doy un par de vueltas entre las sábanas, pero no consigo pegar ojo, y sé que va a ser misión imposible, así que decido levantarme.
Me dirijo hacia la cocina y me dispongo a tomar un café. El sonido de la cafetera inunda la casa y rompe el silencio que permanecía en ella.
Cuando el café está listo decido que voy a salir a la terraza a que me de un poco de aire.
El viento me acaricia la cara con tal solo poner un pie en la terraza. Me siento en el chill out. Está empezando a amanecer, el cielo se pinta de colores rosas y naranjas y no puedo evitar sonreír.
Intento poner la mente en blanco, pero es en vano, ya que todos los recuerdos me vienen a la cabeza. Los te quiero se agolpan en mi mente, sus manos en mi nuca, el roce de sus labios, nuestra amistad, nuestra puta amistad, que ya no existe.
Empiezo a temblar de forma inesperada y me veo obligado a dejar el café encima de la mesita que tengo enfrente.
Me tapo la cara con las manos y siento como mis ojos se empiezan a cristalizar, intento contenerme, pero ya no sirve de nada, las lágrimas ya han empezado a resbalar por mis mejillas.
Siento como el corazón se me acelera y cada vez me cuesta más respirar. El pecho me sube y me baja a una velocidad exagerada. Empiezo a sentirme muy mareado, siento que me ahogo. Me tiemblan las manos y siento como los labios se me duermen. Creo que me voy a desmayar.
Pero entonces suena algo a mi lado, desde la puerta de la terraza.
Rezo, o quizá maldigo en voz alta para que no haya nadie, pero cuando levanto la cabeza para mirar me encuentro con la peor de mis sospechas.
Juanjo está parado en la puerta, mirándome mientras tengo un ataque de ansiedad.
Quiero huir, correr, irme de allí. Pero por otra parte, también quiero que se preocupe por mi, que me abrace, que me diga que todo va a estar bien.
Pero no lo hace, me mira una vez más y se va, cerrando la puerta detrás de él.
Y lo puedo escuchar una y otra vez en mi cabeza "me estás perdiendo".
Entonces lo medito, Juanjo me ha vuelto a romper el corazón, una vez más, y todos lo saben, cuando te rompen el corazón y te agachas a recoger los pedacitos siempre hay uno menos, y yo no sé cuántos me quedan, ni siquiera sé si todavía late.