JUANJO
Llego a casa con la cabeza hecha un caos, cuando entro en el apartamento ninguno de mis compañeros de piso están, cosa que agradezco en silencio.
Decido que es hora de poner mi vida en orden cuando veo mi habitación patas arriba.
Empiezo a recoger la ropa del suelo y los pensamientos se agolpan en mi mente, un impulso me lleva a poner Spotify antes de que el silencio me engulla y Taylor Swift empieza a sonar, pero me obligo a parar la música antes de que las manos me empiecen a temblar.
No puedo.
Sopeso durante un momento las posibilidades que tengo, y entonces me acuerdo, la radio de Álvaro.
Recorro los pasillos del piso arrastrando los pies y la enciendo en cuanto la tengo en las manos. Ahora solo queda rezar para que la rubia no suene.
Limpio y ordeno rápidamente mi habitación, y lo que empezaba a ser una forma de no pensar termina siendo una limpieza a fondo.
La pequeña radio de Hello Kitty de Álvaro sonaba con una lista de interminables éxitos. Mi cabeza estaba en otra parte, pero aún así tarareaba las canciones que me sabía, aunque sin prestar mucha atención.
Un anuncio interrumpió una de las canciones y fue entonces cuando volví a escuchar.
"Y ahora, el estreno más escuchado de esta semana, "Mil preguntas" de Martin Urrutia"
Me quedé inmovil. Y de repente fue como si su nombre fuera una daga que me atravesaba el pecho.
La melodía de la canción empezó, y con ella la voz suave de Martin.
¿Cómo te va con ella?
Que linda la foto, conozco ese bar
Donde estuvimos hace siete días
Y reíamos bailando un vals
Y eso fue suficiente para darme cuenta de que Martin hablaba sobre mí en la canción, de que le había hecho daño, de que yo también estaba enamorado de él.
Y sin más, empecé a llorar.
Me dejé caer sobre la cama con un llanto incontrolable sacudiéndome. Cada verso me rompía un poco más.
¿Por qué me empeñé en esconder mis sentimientos?
Me levanté de golpe de la cama, necesitaba decirle que le quería. Porque lo hacía, lo hacía de verdad, de aquí a las estrellas, y ya no me daba miedo.
Me calcé los zapatos y salí de casa sin apagar la radio, afuera diluviaba, pero no me importó.
Llegué a casa de Chiara con la respiración agitada, ni siquiera pensé en venir en coche, tan solo corrí.
Toqué a la puerta repetidas veces con el corazón hecho un nudo. Tras un par de intentos, la inglesa abrió.
-¿Juanjo qué haces aquí? Está lloviendo.- me preguntó. Miré dentro de la casa, detrás de ella. Pero la casa estaba en silencio, como si también hubiera dejado de latir.
-Necesito ver a Martin.- le pedí, y fue casi una súplica.
Algo se movió dentro de la casa y fue como si algo se encendiera en mis ojos, que rápidamente se apagó cuando vio a una chica de pelo corto y pelirrojo asomarse.
-¿Todo bien Kiki?- preguntó la pelirroja acercándose a la puerta.
-Sí, solo es mi amigo Juanjo. Enseguida voy amor.- contestó mi amiga aclarándose la voz y volviendo su mirada a mí. - Mira Juanjo, es un viernes por la noche y está diluviando, me encantaría invitarte a pasar pero me pillas bastante ocupada.- hace una pausa para seguir hablando.- Y no sé cómo decirte esto, pero...- no arranca.
-¿Pero?- la animo a seguir, estoy perdiendo los nervios y totalmente calado de agua.
-Pero Martin se fue ayer a Bilbao.- soltó de una, quedándose sin aire.
Sus palabras fueron un golpe de realidad.
Había llegado demasiado tarde. Martin se había ido, llevándose consigo todas las palabras que nunca nos dijimos y dejando tras de sí un silencio que dolía más que cualquier otra cosa.
Chiara vio que no respondía y me puso un brazo en el hombro.
-Llámale, estoy segura de que espera tu mensaje.- me asegura sonriendo.
Pero su voz es un eco lejano, porque en cuanto deja de hablar corro hacia mi casa pensando en comprar un billete de tren para mañana.
GENTE HOLAAA, sé que me he tirado mucho sin actualizar perdonadme, vacaciones y fiestas de mi pueblo... HAN ACABADO CONMIGO.
Os aviso de que queda un capítulo y el epílogo, los tengo ya escritos... ¿cuando los quereis?
