Ronroneo alfa (Wriothesley x Neuvillette)

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El Alcaide del fuerte Merópide era un hombre de gustos particulares, no había perdido su salvajismo pese a tener título de duque y ser la figura de autoridad en agua abajo, sin embargo había refinado alguna de sus preferencias.

Así como con el paso de los años fue adoptando manías y prioridades en cuanto a la hora del té, lo había hecho con otras cuestiones en su vida como era usar el escritorio del despacho de Neuvillette como soporte para el sexo.

Había sillones más cómodos, otros muebles, e incluso bibliotecas, pero al alfa le gustaba tomar al juez allí, tal vez porque era como imponer su autoridad allí donde no la tenía realmente; presionar al albino contra la madera lo hacía feliz y eso se alineaba a que su sentir era correspondido por el otro hombre pese a ser dos alfas.

Nadie podría imaginar que en el Palacio Mermonia esos dos hombres además de hablar de asuntos del fuerte y la corte de Fontaine también aprovechaban para afianzar asuntos personales.

Wriothesley bebió un sorbo del té servido exquisitamente en la vajilla de porcelana reparando en el aroma y el sabor de las hiervas utilizadas, sin embargo hubo algo extraño no en la infusión sino en su entrepierna.

— ¿Mon cheri?

Apartó la taza un momento para poder observar lo que sucedía. Sobre el escritorio se encontraba Neuvillette recostado en la madera, boca arriba con su cabeza ligeramente colgando del borde, practicándole sexo oral.

Achicó los ojos afilados pasando la mirada por la camisa abierta, podía ver su pecho subir y bajar, agitado; también el bulto apretado en sus pantalones.

Una de las manos del juez estaba agarrando el muslo adverso, acariciándolo suavemente mientras continuaba la felación apretando sus labios y succionando para aprisionar el pene adverso con sus mejillas internas.

— Oh...

Finalmente se había percatado de que era eso extraño que sentía. Apoyó la taza sobre el platito y su gran mano acarició el cuello adverso pasando los dedos por la nuez de Adán de donde podía percibir la vibración.

— ¿Acaso tanto te gusta mi pene que estás ronroneando?

No pudo recibir una respuesta verbal pero si motriz, la lengua húmeda y caliente del otro alfa se deslizó por sobre su miembro metiéndole más dentro de su garganta, engullendo con habilidad.

Wriothesley dejó escapar un gemido ronco, le encantaba que su pareja no temiera en expresarse aún con lo denigrante que era para la sociedad que un alfa ronroneara a otro pues indicaba que había perdido la dominancia.

El duque le sujetó el cuello y empujó sus caderas para penetrar su garganta deleitándose con la vibración extra que le erizaba los cabellos de su cuerpo estremeciéndose y relamiéndose absolutamente extasiado por la acción que lo retroalimentaba, pues al Nuevillette sentir el mismo placer no dejaba de ronronear.

El de cabello largo se sentía inquieto por intentar coordinar en qué instante respirar para no ahogarse más llegó un momento donde los movimientos de Wriothesley eran tan bruscos y profundos que no había espacio para que diera una bocanada de aire.

El duque había perdido toda etiqueta de la hora del té, ahora era simplemente un alfa cogiéndose con intensidad la boca de su amado hasta correrse dentro presionando su cuello en un arranque de lujuria.

Luego de sentir que el orgasmo bajó su intensidad, despacio retiró su pene y lo sujetó por la nuca para ayudar a levantarlo. Lo escuchó toser cubriéndose la boca, con algunas lágrimas rodando por su mejilla y su cabello ligeramente despeinado, y se sonrió, porque lo veía adorable pese a lo que habían hecho segundos atrás.

Neuvillette seguía pareciendo inalcanzable e intocable pese a estar allí tratando de recuperar el ritmo habitual de su respiración, más ahora Wriothesley tenía la confirmación que ese juez era solo suyo.

Le acarició la mejilla a modo de "disculpa" por su brusquedad, por que en realidad se sentía orgulloso de haberle sacado esos sonidos.

— Monsieur~ no sabía que podía ronronear así~

— Wriothesley... — Musitó con la voz algo ronca mezcla de pena y enojo, recargando su cabeza contra el hombro ajeno.— Lo siento si fue incómodo.

¿Cómo podía ser incómodo tener un vibrador envolviendo el pene?

— Tranquilo, fue perfecto...

Lo realmente preocupante ahora es que el Alcaide del fuerte Merópide querría escuchar y sentir más ese ronroneo que le hizo caer aún más profundo en la fosa del amor en la que se encontraba por el otro alfa. 

Omegacember 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora