Prendas con aroma (Alhaitham x Kaveh)

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El arquitecto se encontraba feliz de haber recibido un trabajo de su agrado, se llevaba bien con el maestro mayor de obras y su cliente había aprobado casi de inmediato su propuesta, tan solo debía llegar a su casa a hacer unos mínimos retoques al plano y ya podía cobrar un adelanto.

Tenía tanta alegría en su cuerpo que quería citar a sus amigos a un bar, invitarles a la cena para poder darles las buenas noticias. Para esa época del año el rubio ya no tenía deudas, había conseguido una casita modesta en las afueras de la ciudad y su ánimo era mucho más estable, incluso los cantineros bromeaban con que ahora ellos estaban en la quiebra porque él ya no iba más a gastar su dinero allí.

Kaveh ahora separaba parte de su sueldo en la actividad que mantenía sus feromonas y serotonina a un nivel adecuado, y lo mejor era que no necesitaba ser autodestructivo, lo que hacía no maltrataba su cuerpo ni su psiquis, tampoco la de otras personas.

Esa noche se amarró el pelo para esconderlo con una capucha y usó un cubrebocas oscuro para que nadie lo reconociera. Caminó por algunos pasadizos de la ciudad de Sumeru hasta llegar a una parte del árbol central que tenía una corteza falsa, allí había una especie de portal que transportaba a uno a otro plano, a una especie de mercado negro.

El arquitecto caminó entre personas igual de cubiertas que él hasta llegar a una tintorería que tenía un cuervo pintado en su puerta.

— Permiso...

Un hombre con una túnica y una máscara de cuervo se alegró mucho de verlo. — ¡Conejo! ¡A ti esperaba verte! Por fin pudimos conseguir la prenda que buscabas y esta vez es espectacular, deja que la traiga.

Lo primero que hizo el dueño del local fue cerrar para que nadie pasara y luego desapareció. Allí todos se trataban por apodos y lo primero que le dijo ese cuervo fue conejo debido a sus orbes rubí.

Al cabo de unos minutos regresó con una caja, con sus guantes puestos la abrió y allí estaba la prenda en una bolsa especial que retenía las feromonas.

Kaveh abrió sus orbes de par en par y con delicadeza tomó la bolsa, la sacó de la caja y al extenderla su corazón comenzó a acelerar el ritmo contra su pecho, era la capa de Alhaitham.

— Es...

Se quedó sin palabras, estaba emocionado, incluso había un rubor bajo el cubrebocas, no era la primera vez que compraba ropa del escriba, sin embargo las que ese tal cuervo le había conseguido hasta ahora eran guantes o las telas de la faja, el cinto, pero lo que tenía ahora era una pieza más grande, por ende tendría más olor a Alhatiham.

— Cuervo, eres excepcional... ¿Qué haría sin ti?

Kaveh había comprendido que sus personalidades no eran compatibles, que discutían más de lo que hablaban y que no podían estar por mucho rato en el mismo espacio, de hecho aunque ahora vivían separados trataban de no verse más que para algunos cumpleaños de Cyno y Tighnari o festividades muy importantes, así todo preferían saludarse cordialmente y tomar caminos separados.

El arquitecto descubrió ese mercado algo extraño y no pudo evitar hacer un pedido, en un inicio fue porque como omega, no estar junto a ese alfa que tanto quiso le rompía el corazón y lo hacía sentir insuficiente, pero luego con el paso de los meses se sintió casi terapéutico, su corazón no pesaba cada vez que lo veía.

— Dime cuánto te debo...

El hombre deseaba llegar deprisa a su casa a arrojarse a la cama abrazando aquel saco, dormiría mejor que nunca y justo ahora que más lo necesitaba por su trabajo.

Hasta que llegara otro alfa al cual le abriera su corazón, Kaveh prefería mantenerse estable con las feromonas de Alhaitham y la única forma segura de hacerlo era olfateando sus pertenencias, embriagarse con el perfume natural que quedaba impregnado en su ropa para no extrañarlo. 

Omegacember 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora