Nayeli siempre se negó a volver a enamorarse después de lo que sufrió. Pero, quien dice si conociendo al hombre perfecto, esa idea se disipa.
Creo que en este caso el, "nunca digas nunca", queda perfecto...
Las redes sociales de Nayeli y Julián, estaban por explotar. Miles y miles de personas opinaban sobre su supuesto "amorío". Miles de suposiciones, miles de comentarios, tanto buenos como malos, sobre Nayeli.
Ellos sabían lo que se les venia al publicar aquellas fotos, pero nos les importó. Después de todo, ellos dos eran los únicos que sabían más que bien lo que había entre ellos. Que no era más que solo una amistad y el cariño mutuo que sentían hacia el más pequeño.
Nayeli, lejos de preocuparle lo que se decía de ella, decidió dejar su teléfono en la habitación y dejar que los mensajes sigan llegando. Su hermano le había enseñado a hacer oídos sordos a lo que se dijera desde afuera, porque todos podían suponer pero ninguno sabría la verdad más que ella misma.
Sacando de lado todo el revuelo, la relación entre la mujer y el cordobés, parecía haber mejorado. Esa mañana, ambos se habían cruzado en el pasillo, Nayeli no había podido evitar sonrojarse un poco al recordar el apodo que había usado el cordobés para despedirse de ella la noche anterior, pero él la saludó con tanta tranquilidad que aquel enrojecimiento, se disipó, rápidamente.
Los dos caminaron hasta el comedor, mientras conversaban de distintos temas. Parecía increíble que después de haber pasado toda una tarde juntos, la confianza haya aumentado en ellos. La incomodidad que a veces sentían al estar cerca, ya no estaba. Todo era más natural.
Al llegar al comedor, la mujer fue a pedir su desmayo y el de su hijo, esta vez pidió para llevarlo a su habitación, ya que el menor no tenía muchas ganas de levantarse. Y como su madre le gustaba verlo feliz, decidió complacerle el capricho de comer en la habitación.
Por el lado contrario, Julian ya tenía listo su desayuno, por lo que solo tuvo que agarrarlo y sentarse en su mesa junto con sus compañeros.
Ellos iban a entrenar y recién volvían a la hora de almorzar, merendaban y volvían a salir a la canchas, hasta la tarde noche, que era cuando terminaban las actividades. Esa era toda la rutina que seguían los Futbolistas, Nayeli, viendo todo lo que hacían esos hombres, pensaba que no duraría ni dos días como futbolista, su cuerpo no resistiría a tanto. Por eso, ella estaba orgullosa de saber todo el esfuerzo que ellos ponían para estar en forma y listos para cada encuentro.
Nayeli llegó a su habitación y, con ayuda de una de las cocineras, pudo traer las dos bandejas. La cocinera se fue y la mujer se acercó a dejarle la bandeja a su hijo, quien miraba el televisor con mucha atención, y después agarró su bandeja para acostarse un lado del pequeño.
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@nayeaguero_[hace 3hs]
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