𝐁𝐚𝐮𝐭𝐢 || ᴊᴜʟɪᴀ́ɴ ᴀ́ʟᴠᴀʀᴇᴢ

²⁶

18 de Diciembre
📍Doha, Qatar

nayeaguero_ [hace 1h]

...

El tan anciano día llegó. La gran final estaba a minutos de empezar. Los jugadores ya habían terminado su calentamiento y entraron a los vestuarios para prepararse.

Todos en el estadio estaban tensos, ansiosos y felices. Ver a la selección disputar otra final era hermoso y, a la vez, tenebroso, pensando en la mala racha que tenían con ellas.

Pero hoy iba a ser diferente, lo sería. Nayeli estaba segura de que hoy, la Argentina se iría a casa con la dorada y, por fin, Messi podría gozar de decir que sabía cuánto pesaba aquel trofeo.

El palco de la Familia del diez, estaba completamente nervioso. Sergio no se encontraba con ellos, le dieron el permiso de mirar el partido en una zona más exclusiva y él no dudó en aceptar.

Nayeli conversaba animadamente con su cuñada y sobrino, mientras, de vez en cuando, miraba a su hijo jugar con los pequeños de Leo. Conversar lograba hacer que se distrajera de todos los nervios que sentía, era algo que había descubierto cuando veía jugar a su hermano por algún título en el Manchester City.

La voz del estadio anunció que los jugadores estarían entrando al campo de juego, por lo que las personas empezaron a sacar sus teléfonos para poder tener el recuerdo de aquel momento.

Las dos selecciones salieron en líneas horizontales, pasando por un lado de la copa.

— no la miren, no la miren — murmuró Nayeli, recordando aquella "suposición" de algunos futbolistas.

Los jugadores se acomodaron y se abrazaron, esperando a que su himno resonara en el estadio. La encargada de cantar el Himno Nacional Argentino, sería Lali Espósito. La Agüero cerró sus ojos cuando la rubia comenzó a entonar las estrofas, sintiendo un orgullo gigante por cada uno de aquellos jugadores que estaban dentro del campo y fuera, orgullosa de todo el camino que habían encaminado todos juntos.

El brazo de la novia de Sergio, atrajó a la mujer a su lado en un abrazo, sintiendo como sollozaba en su hombro. Eran un montón de emociones que se encontraban dentro de ella que no pudo evitar llorar.

Su pequeño hijo también se unió al abrazo. — mami, no llores polque sino voy a llorar yo también — bromeó el niño, causando una pequeña risa en la mujer.

Se separó de los brazos de su cuñada y le regaló una sonrisa a la misma, antes de agarrar al castañito y alzarlo.

Los himnos terminaron y cada jugador se acomodó e su posición correspondiente, esperando la señal del árbitro. El hombre vestido de negro, hizo sonal el silbato y el partido se puso en marcha.